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EL NAZISMO EN CHILE Y OSORNO

admin Historia y Patrimonio 27 julio, 202027 julio, 2020Bernardo Candia
Henriquez, Dharma, Dharma Chile, Fundación Dharma Chile, NAZISMO, OSORNO 0
Comentarios

BERNARDO CANDIA HENRÍQUEZ

Hace 87 años, en 1933, se produce la toma del poder por parte de los nazis con
Hitler a la cabeza. Pero ¿de qué manera nos vinculamos a esta verdadera
catástrofe política, probablemente, la más trágica de nuestro tiempo y tal vez
de todos los tiempos?

El concepto totalitarismo, bien trabajado por Hannah Arendt, nos permite conocer
su radical desarrollo que, en torno a la década del 20’ del siglo pasado, va a
modificar las configuraciones institucionales, políticas y éticas de la época
presente (Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Editorial alianza,
España, 2015).

Según Arendt, existen dos tipos de totalitarismo: el comunista y el nazi. El
totalitarismo nazi “marca una drástica ruptura y una mutación, es decir, no nace
de la radicalización, sino de la descomposición de la modernidad” (Espósito,
2009, pág. 149). El nazismo no es una filosofía realizada. De acuerdo con
Espósito,

> “…el nazismo es más bien una biología realizada. El nazismo tiene como
> trascendental la vida, como sujeto la raza y como léxico la biología” (Roberto
> Esposito, Comunidad, inmunidad y biopolítica, Editorial Heredero Herder,
> España, 2009, pág. 143).

Es decir, los nazis se identificaron con ese saber “científico” sostenido en la
biología comparada de las razas humanas.  Cabe hacer presente, sin embargo, que
las razas no existen. Lo que está completamente demostrado, es que el ser humano
existe como especie en sus diversas realidades y contextos.



El nazi Rudolf Hess, igualmente señaló que “…el nacional socialismo no es sino
biología aplicada”.  Lo que demuestra que los nazis efectivamente creían (creen)
en esa definición. Interpretar la política en términos biofísicos y, a la
inversa, atribuir a la biomedicina una carga política, significa colocarse en un
horizonte radicalmente diferente.

Esta biología aplicada se objetiva en “la solución final”, es decir la
eliminación de las razas inferiores. La metáfora deviene de algún modo real:

> “no en el sentido de que el poder político pasase directamente a los médicos y
> biólogos, sino en que, de modo más importante, los políticos asumieran un
> principio médico-biológico como criterio guía de sus acciones” (Espósito,
> 2009, pág. 143).

Habría que reconocer la responsabilidad individual de cada médico, pero también
el complejo papel que desempeñó la medicina en la ideología y la práctica nazi. 
Pero, ¿por qué la medicina fue la profesión que, en mucho mayor medida que el
resto, concedió una adhesión incondicional al régimen nazi?

¿Por qué el régimen confirió a los médicos un poder sobre la vida y la muerte
tan enorme?

Gerhard Wagner, el führer de los médicos alemanes, señaló que “…el médico
volverá a ser lo que han sido médicos del pasado, volverá a ser sacerdote; el
médico-sacerdote”. Y, en consecuencia, muchos médicos alemanes no dudaron en
acatar las órdenes, por ejemplo, alistando a niños, adultos y ancianos,
destinándolos a la “muerte misericordiosa” del programa T4 o la del programa de
la “eutanasia”, hasta culminar con la gran terapia magna “Auschwitzciense”: esto
es,

> “…la selección sobre la rampa de acceso al campo, preparación al proceso de
> gaseado, declaración de deceso, extracción de los dientes de oro de los
> cadáveres y vigilancia del procedimiento de cremación” (Espósito, pág.146).

Solo los médicos tenían derecho de inyectar “Fenol” a los “degenerados” o de
abrir el grifo del gas para la “ducha final”.

Si el poder último calzaba botas de las SS, la “autoritas”vestía las batas
blancas de los médicos.  Así, la nueva “teo-bio-política”, se había consolidado
como una poderosa herramienta de exterminio en un marco político completamente
totalitario.  En consecuencia, los médicos se habían vuelto realmente los sumos
sacerdotes de Baal, que después de algunos milenios se encontraban de nuevo
frente a sus antiguos enemigos hebreos y podían devorarlos a placer.

Para los nazis, la muerte era la única manera de “sanar” a Alemania de las
supuestas razas “inferiores”.  De hecho, el mensaje que los nazis daban, tanto a
las víctimas, a posibles observadores como a ellos mismos, fue “¡todos nuestros
asesinatos son asesinatos médicos, debido a razones médicas y ejecutados por
médicos!” (Espósito, pág. 149). Y no se trataba de una enfermedad cualquiera. 
Era una patología infecciosa.

En consecuencia, lo que se quería evitar a toda costa era que unos seres
inferiores contagiaran a otros superiores.  La sentencia fue que, “…los judíos
no se asemejen a los parásitos, no se comportaran como bacterias, sino que lo
eran” y como tales debían ser tratados. Por esta razón, el término adecuado para
designar su masacre no fue de “holocausto”, sino de “exterminio”.  Una acción
realizada para hacer desaparecer insectos, ratas y otras plagas.

De hecho, Himmler se dirige a las SS diciendo, “…el antisemitismo es como una
desinfección, alejar a los piojos no es una cuestión ideológica, sino una
cuestión de limpieza” (Espósito, pág. 141). El propio Hitler usaba una
terminología inmunológica todavía más precisa: “…el descubrimiento del virus
judío es una de las mayores revoluciones de nuestro mundo. La batalla en la que
estamos comprometidos hoy día es igual que la que libraron en el siglo pasado
Pasteur y Koch solo reconquistamos nuestra salud eliminando a los judíos”
(Espósito, 2009). En relación con esto último, Espósito señala:

> “…en el momento en el que la vida de un pueblo definido en términos raciales
> se toma como el valor supremo que ha de conservarse intacto en su constitución
> originaria o expandir sus confines, es obvio que la otra vida, la vida de
> otros pueblos y otras “razas”, tiende a ser considerada como un obstáculo a
> tal proyecto y sacrificada” (Espósito, pág. 130).

Nazis en el Sur de Chile

Entre 1930-1945 Chile no estuvo exento de lo que pasaba en el mundo.  Hitler
asumió el poder en 1933.  Y entre este último año y 1943, una cantidad
importante de médicos chilenos concurrieron a formarse a Alemania.  Según los
registros existentes, son más 30 facultativos de todo el país y de distintas
especialidades que asistieron en ese período (Véase, Victor Farías, Los nazi en
Chile, Editorial Seix Barral tres mundo, España, 2000, pág. 454).

En Osorno, de acuerdo con los Archivos de militancia en el partido nazi
publicado por la oficina del gobierno de Estados Unidos de Washington DC en
1946, se encuentran más de 200 militantes que aparecen con sus respectivos
números de registro o militancia, fecha de ingreso con la identificación del
militante y su respectiva dirección, profesión u oficio (Farías).

Entre los militantes destacados, cabe mencionar a Richard von Conta, diplomático
alemán, quién ejerció como vicecónsul de la Alemania Nazi en la ciudad de Osorno
entre los años 1939 y 1943. Von Conta luego fue expulsado del país por
espionaje, acción que concuerda también con la ruptura de relaciones
diplomáticas por parte de Chile con la Alemania Nazi.  Von Conta fue un
destacado miembro del partido nacionalsocialista llegando ser jefe local o
“Ortsgrvppenleiter” y solo retorna a Chile al final de la guerra, en 1952.

Otro destacado ciudadano alemán-chileno, es Friedrich Schilling, militante con
el registro n°2854506.  Este médico ingresó al país el 1 de octubre de 1934 y
vivió Osorno en calle O’higgins N° 535.  Schilling llegó a ser un destacado
ciudadano local.  Regularmente escribe artículos en la prensa de época. De este
modo, el jueves 20 de abril de 1933 en un artículo titulado “Hitler, el jefe
espiritual de la nueva Alemania”, en conmemoración de los 44 años de Hitler,
Schilling alaba el régimen dictatorial de Mussolini por su disciplina,
rigurosidad y no disimula alabanzas al régimen de Hitler.  Apoyando abierta y
decididamente al régimen nazi, en el Diario La Prensa de Osorno. expresó,

> “…al saludar al canciller y jefe espiritual de la nueva Alemania, Adolf
> Hitler, en el día del 44 aniversario de su nacimiento, le deseamos un éxito
> completo en la restauración de Alemania a fin de que esa gran nación pueda
> continuar con mayor eficiencia su gran labor cultural y científica en el bien
> de toda la humanidad” (Friedrich Schilling, “Hitler, el jefe espiritual de la
> nueva Alemania”, Diario La prensa, Osorno, 20 de abril 1933).

Al inaugurar el S. XXI observamos un conjunto de hechos que nos hacen recordar
el totalitarismo nazista.  La verdadera explosión del terrorismo biológico, las
guerras preventivas, las masacres étnicas todavía de tipo biológico, las
barreras migratorias y sus muros para contenerlas, incluso la reapertura de
campos de concentración, como Montana y qué decir del resurgimiento del
neonazismo en muchas partes del mundo.

Todas las anteriores, hablan de las tecnologías que intentan configurar no solo
el cuerpo de los individuos, sino también los caracteres de la especie. En fin,
nos deben llamar a la reflexión, hoy más que nunca, cuando so pretexto de la
pandemia asistimos a la homogeneización del discurso público y a la
concentración del poder por parte de muchos gobernantes.






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