insulabaranaria.com Open in urlscan Pro
192.0.78.24  Public Scan

Submitted URL: http://insulabaranaria.com/
Effective URL: https://insulabaranaria.com/
Submission: On June 14 via api from US — Scanned from DE

Form analysis 4 forms found in the DOM

GET https://insulabaranaria.com/

<form method="get" id="searchform" action="https://insulabaranaria.com/">
  <label for="s" class="assistive-text">Buscar</label>
  <input type="text" class="field" name="s" id="s" placeholder="Buscar">
  <input type="submit" class="submit" name="submit" id="searchsubmit" value="Buscar">
</form>

POST https://subscribe.wordpress.com

<form action="https://subscribe.wordpress.com" method="post" accept-charset="utf-8" data-blog="39508827" data-post_access_level="everybody" id="subscribe-blog">
  <p>Enter your email address to follow this blog and receive notifications of new posts by email.</p>
  <p id="subscribe-email">
    <label id="subscribe-field-label" for="subscribe-field" class="screen-reader-text"> Dirección de correo electrónico: </label>
    <input type="email" name="email" style="width: 95%; padding: 1px 10px" placeholder="Dirección de correo electrónico" value="" id="subscribe-field" required="">
  </p>
  <p id="subscribe-submit">
    <input type="hidden" name="action" value="subscribe">
    <input type="hidden" name="blog_id" value="39508827">
    <input type="hidden" name="source" value="https://insulabaranaria.com/">
    <input type="hidden" name="sub-type" value="widget">
    <input type="hidden" name="redirect_fragment" value="subscribe-blog">
    <input type="hidden" id="_wpnonce" name="_wpnonce" value="e9769eb262"> <button type="submit" class="wp-block-button__link"> Seguir </button>
  </p>
</form>

POST https://subscribe.wordpress.com

<form method="post" action="https://subscribe.wordpress.com" accept-charset="utf-8" style="display: none;">
  <div class="actnbr-follow-count">Únete a otros 561 suscriptores</div>
  <div>
    <input type="email" name="email" placeholder="Introduce tu dirección de correo electrónico" class="actnbr-email-field" aria-label="Introduce tu dirección de correo electrónico">
  </div>
  <input type="hidden" name="action" value="subscribe">
  <input type="hidden" name="blog_id" value="39508827">
  <input type="hidden" name="source" value="https://insulabaranaria.com/">
  <input type="hidden" name="sub-type" value="actionbar-follow">
  <input type="hidden" id="_wpnonce" name="_wpnonce" value="e9769eb262">
  <div class="actnbr-button-wrap">
    <button type="submit" value="Suscríbeme"> Suscríbeme </button>
  </div>
</form>

<form id="jp-carousel-comment-form">
  <label for="jp-carousel-comment-form-comment-field" class="screen-reader-text">Escribe un comentario...</label>
  <textarea name="comment" class="jp-carousel-comment-form-field jp-carousel-comment-form-textarea" id="jp-carousel-comment-form-comment-field" placeholder="Escribe un comentario..."></textarea>
  <div id="jp-carousel-comment-form-submit-and-info-wrapper">
    <div id="jp-carousel-comment-form-commenting-as">
      <fieldset>
        <label for="jp-carousel-comment-form-email-field">Correo electrónico (Obligatorio)</label>
        <input type="text" name="email" class="jp-carousel-comment-form-field jp-carousel-comment-form-text-field" id="jp-carousel-comment-form-email-field">
      </fieldset>
      <fieldset>
        <label for="jp-carousel-comment-form-author-field">Nombre (Obligatorio)</label>
        <input type="text" name="author" class="jp-carousel-comment-form-field jp-carousel-comment-form-text-field" id="jp-carousel-comment-form-author-field">
      </fieldset>
      <fieldset>
        <label for="jp-carousel-comment-form-url-field">Web</label>
        <input type="text" name="url" class="jp-carousel-comment-form-field jp-carousel-comment-form-text-field" id="jp-carousel-comment-form-url-field">
      </fieldset>
    </div>
    <input type="submit" name="submit" class="jp-carousel-comment-form-button" id="jp-carousel-comment-form-button-submit" value="Publicar comentario">
  </div>
</form>

Text Content

Ir al contenido principal
Ir al contenido secundario


ÍNSULA BARAÑARIA


BLOG DE LITERATURA DE CARLOS MATA INDURÁIN

Buscar


MENÚ PRINCIPAL

 * Inicio
 * Breve CV
 * Comedia burlesca del Siglo de Oro
 * Mediateca
 * Novela histórica
 * GRISOSFERA
 * Acerca de GRISO


NAVEGACIÓN DE ENTRADAS

← Entradas más antiguas



LOS «HORIZONTES POÉTICOS» (1881), DE FRANCISCA SARASATE NAVASCUÉS (1)


DESTACADO

Posted on 10 10Europe/Madrid junio 10Europe/Madrid 2024 por insulabaranaria
1

No son muchos los nombres de mujeres que encontramos al recorrer la historia
literaria de Navarra, al menos hasta fechas recientes (en efecto, esta situación
ha cambiado y en los últimos años existe una nómina más que considerable). Más
escasos son todavía los de mujeres que hayan cultivado la poesía, por lo menos
hasta bien entrado el siglo XX. En este sentido, me parece interesante rescatar
del olvido el nombre de Francisca Sarasate (1853-1922) y su libro Horizontes
poéticos, del año 1881. Esta autora, que se acercó a géneros tan dispares como
la novela, el cuento, la leyenda histórica en verso, el teatro y la poesía,
constituye una excepción notable en el panorama de las letras navarras del siglo
XIX. La calidad literaria de sus escritos no es extraordinaria, pero la misma
circunstancia de su singularidad bien la hace merecedora de alguna reseña, como
esta breve que ahora le dedico.



Aunque nacida en La Coruña en 1853, la vida de Francisca Sarasate Navascués
estuvo plenamente enraizada en Navarra por sus vínculos familiares, de forma que
suele ser incluida en las nóminas de escritores navarros. En efecto, era hermana
del músico Pablo Sarasate y esposa del catedrático Juan Cancio Mena (de ahí que
firmase algunos libros como Francisca Sarasate de Mena). En 1882 obtuvo el
quinto premio —consistente en una pluma de oro— en el concurso organizado por el
Ayuntamiento de Alba de Tormes con motivo del III Centenario de la muerte de
Teresa de Ávila. Dio varias conferencias en el Ateneo de Zaragoza, fue
colaboradora La Ilustración Española y Americana y directora de La Gaceta de
París.

Escribió una colección de Cuentos vascongados (1896), trece relatos cuyas
acciones están localizadas en distintos pueblos de Navarra o las Provincias
Vascongadas; son narraciones sencillas que recogen historias y vidas vulgares,
contadas sin mayores alardes técnicos o estructurales[1]. En su obra narrativa
se incluye también Un libro para las pollas (1876), que se subtitula novela de
costumbres contemporáneas relacionadas con la educación de la mujer (la
apostilla siguiente, «Obra útil a las madres y a las hijas», revela claramente
la intención didáctica que guía a la autora); y Fulvia o los primeros cristianos
(1888), breve novelita escrita a la manera de la Fabiola del cardenal Wiseman;
presenta la historia de Fulvia, una joven y hermosa patricia romana convertida
al cristianismo, que muere en la arena del Circo, alcanzando así la palma del
martirio.

Libros de carácter lírico son Horizontes poéticos (1881), Amor divino (una oda
publicada junto con Fulvia), Romancero aragonés (1894) y Poesías religiosas
(1899). Algunos de sus poemas fueron musicalizados por su hermano Pablo. Su obra
titulada Pensamientos místicos (1910) recoge una serie de reflexiones cristianas
(sobre la vida, la muerte, el amor a Dios, la riqueza y la pobreza, el perdón,
el sufrimiento, el trabajo, etc.).

Francisca Sarasate falleció en Pamplona en 1922.

Los datos completos de la obra que ahora me ocupa son: Horizontes poéticos.
Libro rítmico dedicado por su autora a su hermano el eminente artista Pablo
Sarasate, Pamplona, Imprenta de El Eco de Navarra, a cargo de M. Colomina, 1881
(existe un ejemplar en la Biblioteca General de Navarra, sign. 8-2 / 97). El
primer aspecto que hay que destacar es que estamos ante un libro misceláneo, que
incluye composiciones de distintos géneros. Así, las páginas 105-181 están
ocupadas por un ensayo dramático titulado Los dos ciegos. Se trata de una
comedia en dos actos y en verso que, como se indica en nota, desarrolla en forma
dramática una novela francesa de igual título de Frédéric Soulié. Parece como si
el género lírico no tuviese todavía la suficiente consideración literaria, de
forma que a la hora de coleccionar esas composiciones poéticas en un volumen
debieran ir arropadas por escritos de mayor fuste, pertenecientes a otros
géneros «mayores». Las restantes piezas incluidas en el libro sí son poéticas,
pero en varias de ellas el tono predominante es más narrativo que lírico (podría
recordarse que la autora cultivó, por ejemplo en su Romancero aragonés, las
leyendas históricas en verso, muy similares a las que, por esos años finales del
XIX, componían otros literatos navarros como Hermilio Olóriz o Arturo Cayuela
Pellizzari).

El libro se abre con una dedicatoria «A mi hermano Pablo Sarasate» y un elogioso
prólogo de Juan Cancio Mena (pp. 5-15), donde se indica que es este un «libro de
verdadera poesía», del que destaca su espíritu de inspiración, la grandeza y
profundidad de pensamiento, la exactitud y colorido y la adecuación de fondo y
expresión. En las palabras finales indica que la autora «es elevada en sus
ideas, correcta en su decir, analítica en sus juicios, natural en sus
descripciones, brillante en sus imágenes y, sobre todo, sabe hacer interesantes
los asuntos que elige» (p. 15).

Los poemas aquí recopilados pueden ordenarse en cuatro bloques temáticos: 1)
poemas amorosos; 2) poemas que analizan sentimientos intimistas, a veces
partiendo de la descripción de diversos elementos de la naturaleza; 3) poemas de
tema religioso o que introducen reflexiones morales; y 4) poemas de
circunstancias y otros temas. Los iremos examinando en próximas entradas[2].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Les dediqué unas líneas en mi artículo «Panorama del cuento literario
navarro en el siglo XIX», Príncipe de Viana, 210, enero-abril de 1997, pp.
223-247.

[2] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, «Los Horizontes poéticos
(1881) de Francisca Sarasate», Río Arga. Revista de poesía, 89, primer trimestre
de 1999, pp. 22-27. Ver también Carlos Mata Induráin, «Francisca Sarasate y
Navascués», en María del Juncal Campo Guinea y cols., Mujeres que la historia no
nombró, Pamplona, Ayuntamiento de Pamplona-Área de Servicios Sociales y Mujer,
2005, pp. 141-142; y Carlos Mata Induráin, «Una escritora en el olvido:
Francisca Sarasate y Navascués», Pregón Siglo XXI. Revista Navarra de Cultura,
31, Verano de 2008, pp. 26-29.



Publicado en Escritores navarros, Francisca Sarasate Navascués, Historia
literaria de Navarra, Literatura, Literatura española del siglo XIX, Poesía |
Etiquetado Escritoras españolas, Escritoras navarras, Escritores navarros,
Francisca Sarasate Navascués, Historia literaria de Navarra, Horizontes
poéticos, Literatura, Literatura española siglo XIX, Literatura femenina, Poesía
española del siglo XIX | 1 Respuesta


LOS «HORIZONTES POÉTICOS» (1881), DE FRANCISCA SARASATE NAVASCUÉS (2)

Posted on 14 14Europe/Madrid junio 14Europe/Madrid 2024 por insulabaranaria
Responder

El primero de los poemas amorosos es «Leyenda guipuzcoana» (pp. 17-25), de claro
tono narrativo, con rima aguda en -ó cada cuatro versos (que son heptasílabos).
La primera parte es un diálogo entre una voz lírica femenina y su hermana, que
se lamenta por un amor sin esperanza; mirando al mar Cantábrico, señala esta
última que desea la muerte porque el mundo es para ella negra cárcel, fúnebre
prisión. En la segunda parte, la voz lírica refiere la muerte de la bella y
maldice al hombre que causó su desgracia. En el titulado «Dos lágrimas» (p. 39),
formado por cuatro redondillas, el yo lírico compara una lágrima de la persona
amada con una gota de rocío, siendo insuficientes una y otra para apagar su sed
de amor.

«Su nombre» (pp. 41-45) es una composición de diecinueve estrofas de estructura
11- 7a 11- 7a (con rima aguda en los versos pares). Una voz femenina canta,
dirigiéndose a su madre, al amor que es toda su vida, pero que la desdeña; ella
tan solo desea amarle y soñar que él la ama; sabe que este sufrir en silencio es
una locura, pero también su felicidad, y por eso acaba pidiendo: «déjame, pues,
vivir con mis quimeras, / que vivir es soñar» (p. 45). «En un álbum» (p. 47) es
un romance con rima en é-a que refiere el flechazo amoroso de una pareja, él y
ella: el cruce de una mirada basta para que un relámpago de dicha una sus almas
gemelas, pero es tan intenso que les condena «a ceguedad eterna». El título
responde a una práctica poética muy habitual en el siglo XIX, consistente en que
los poetas escribiesen algunos versos en álbumes, abanicos, etc.



La nota trágica aparece en «Un suelto de La Correspondencia» (pp. 59-67), una
silva de tono narrativo que refiere el suicidio de una joven por un desengaño
amoroso (el paquete de cartas localizado por la madre así lo revela). Narrativo
es también el poema siguiente, titulado significativamente «Cuento» (pp. 69-73);
se trata de un romance endecha con rima é-o que empieza así: «Érase, niñas mías,
/ érase, y va de cuento, / érase una princesa, / allá, en lejanos tiempos». La
hermosa vive en un palacio riquísimo, que es para ella cárcel dorada, porque
sufre de amores; habla con un rosal, un pájaro, el céfiro, un arroyuelo y una
mariposa, comentando que no es feliz; en fin, una voz del cielo le dice que está
herida de muerte, porque el sufrimiento mata.

«Canción de la esclava» (pp. 81-83) son las evocaciones de una «bella sultana»
que recuerda un encuentro con su amante. El esquema métrico 11- 7a 11- 7a y el
exotismo del tema, subrayado por la introducción de alguna palabra extraña, da
cierta musicalidad a este poema, de tono vagamente modernista:

Como el pájaro vuela a su nido
mi dueño volaba,
hacia el ancho e inmenso desierto
su jaike flotaba.
A caballo, en su negro caballo,
la vega cruzaba,
y su imagen preciosa este río
por siempre guardaba.

[…]

Claro río, que guardas las flores
de mí tan amadas,
llévame donde fueron sus hojas
tan puras y blancas.
Que me vean morir libre y bella
tus ondas templadas;
y si vuelve, decidle vosotras
que nunca fui esclava.

De tema similar, aunque desde una perspectiva masculina, es «El cautivo» (pp.
97-100), composición de heptasílabos que presenta rima aguda en -á cada cuatro
versos, quedando los demás sueltos. Un prisionero obtiene su libertad, pero en
realidad no puede quedar libre porque ama a la sultana. La estructura del poema
es circular; cito los versos iniciales y finales:

Sultana, yo me alejo
por siempre de tu lado,
brilló para mí el día
de dulce libertad.

[…]

Sultana, yo me alejo
por siempre de tu lado,
y lloro por perdida
mi dulce libertad.

En «Dos amores» (pp. 189-91), romance endecha con rima á-a, el yo lírico se
debate entre el amor a una «hermosa soberana», adornada con seda, oro y
esmeraldas, y una «joven cautiva», también bella; al final, termina postrándose
a los pies de esta como tributo a su desgracia. En fin, «Cantares» (pp. 193-94)
son nueve coplillas, con rimas asonantes o consonantes en los pares, 7- 5a 7-
5a. Alguna de ellas tiene cierta gracia: «En el agua bendita / pone mi amada /
sus deditos de rosa. / ¡Quién fuera agua!»; «Cuando te sigo, niña, / no es que
te sigo, / es que voy por mi alma / que va contigo»[1].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, «Los Horizontes poéticos
(1881) de Francisca Sarasate», Río Arga. Revista de poesía, 89, primer trimestre
de 1999, pp. 22-27. Ver también Carlos Mata Induráin, «Francisca Sarasate y
Navascués», en María del Juncal Campo Guinea y cols., Mujeres que la historia no
nombró, Pamplona, Ayuntamiento de Pamplona-Área de Servicios Sociales y Mujer,
2005, pp. 141-142; y Carlos Mata Induráin, «Una escritora en el olvido:
Francisca Sarasate y Navascués», Pregón Siglo XXI. Revista Navarra de Cultura,
31, Verano de 2008, pp. 26-29.



Publicado en Escritores navarros, Francisca Sarasate Navascués, Historia
literaria de Navarra, Literatura, Literatura española del siglo XIX, Poesía |
Etiquetado Escritoras españolas, Escritoras navarras, Escritores navarros,
Francisca Sarasate Navascués, Historia literaria de Navarra, Horizontes
poéticos, Literatura, Literatura española siglo XIX, Literatura femenina, Poesía
española del siglo XIX | | Deja un comentario


ANTROPOFAGIA MAPUCHE VS. INGENIO ESPAÑOL EN «ARAUCO DOMADO» DE LOPE DE
VEGA: PLANTEAMIENTO

Posted on 12 12Europe/Madrid junio 12Europe/Madrid 2024 por insulabaranaria
Responder

El fenómeno de la antropofagia (ya sea de carácter ritual o bien debida a
situaciones de hambruna) es fenómeno bien conocido y estudiado para América en
general y para el territorio chileno en particular, tal como refieren numerosos
historiadores y cronistas de época.



Es, por otra parte, un tema que cuenta con abundante bibliografía[1]. Además de
en las fuentes históricas, halló su reflejo también en la literatura y, en el
caso concreto del teatro de Lope de Vega, aparece, con distintos tratamientos y
funciones, en sus tres comedias de tema americano, El Nuevo Mundo descubierto
por Cristóbal Colón, El Brasil restituido y Arauco domado. Así por ejemplo, al
final del acto segundo de El Nuevo Mundo…, asistimos a este diálogo en el que
Dulcanquellín, el jefe indio, le ordena a su criado que prepare un banquete
humano:

COLÓN ¿Habrá qué comer?

DULCANQUELLÍN Sospecho
que nos piden qué comer.

PALCA  Llevallos es menester
a tu real tambo y techo.

DULCANQUELLÍN Mata, Auté, cuatro criados
de los más gordos que hallares;
los pon en la mesa asados,
y entre silvestres manjares[2].

Y en El Brasil restituido este parlamento de Machado pone de relieve que los
indígenas americanos (aliados de los españoles contras los holandeses) están
«enseñados a comer / carne humana» (vv. 1197-1198):

MACHADO […] porque aquestos indios son
de aquella cruel nación
de quien hay cosas tan nuevas.
A los indios del Brasil
llamaron antropófagos,
que entre estos montes y lagos
vivieron vida gentil,
y enseñados a comer
carne humana, la ocasión
de este holandés escuadrón
los ha dado bien que hacer.
Allí los he visto asar,
allí, en jigote deshechos,
pechos sepultar en pechos;
pero no os quiero cansar
con las venganzas de gente
bárbara[3].

En esta ocasión me propongo estudiar la presencia del tema de la antropofagia en
el «drama de hechos famosos» Arauco domado, analizando en particular el episodio
del acto segundo en el que el soldado Rebolledo, que cumple las veces de
gracioso, se libra de ser devorado por los indígenas araucanos merced a su
ingenio (cuando lo van a devorar, los convence de que tiene una enfermedad
contagiosa). A este respecto escribe Antonio F. Cao:

> > En estas obras los graciosos destacan la antropofagia de los indios, lo que
> > socava implícitamente la América utópica. Así, en el Arauco domado Rebolledo
> > cae prisionero y conmina a sus captores araucanos a que le asen y le sirvan
> > a Tucapel, pues como padece de una tremenda enfermedad —la escapatoria—
> > seguramente al ingerirle éste le causaría la muerte. Mediante este ingenioso
> > ardid, de acusada vis cómica, logra salvarse[4].

En efecto, en esta pieza las prácticas de canibalismo van a aparecer en ese
episodio de la captura de Rebolledo, al que don García le encarga que haga uno
de los turnos de vigilancia nocturna del campamento (ver los vv. 778-793), a lo
que se compromete el soldado: «Seré en velar / un Argos» (vv. 786b-787a). Luego,
cuando sea capturado por los araucanos, el guerrero Tucapel pedirá a sus hombres
que lo asen para comérselo entero (expresión que cabe interpretar en sentido
literal, o bien como una más de sus muchas bravatas[5]). En otro momento de la
comedia se menciona que el destino de algunos españoles prisioneros es también
el de ser asados. En efecto, don Alonso le comentará a don García que los
araucanos están preparando en Cayocupil «una fiesta y borrachera / de las que
suelen hacer» (vv. 2202-2203). Y explica a continuación: «Esta noche es la
primera [de la fiesta]. / Hay instrumentos chilenos, / y españoles para asarse,
/ soldados, y aun de los buenos» (vv. 2206-2209).

En la próxima entrada introduciré algunas reflexiones sobre la antropofagia en
el territorio del sur de Chile y su reflejo en los textos de algunos cronistas e
historiadores[6].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Ver William Arens, El mito del canibalismo. Antropología y antropofagia,
México, D. F., Siglo XXI Editores, 1981; Osvaldo Silva Galdames, «El mito de los
comedores de carne en América», Revista Chilena de Humanidades, 11, 1990, pp.
59-81; Ingrid Simson, «Caníbales y antropofagia en el teatro de Lope de Vega»,
en Actas del V Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro, Münster
1999, ed. Christoph Strosetzki, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana /
Vervuert, 2001, pp. 1216-1225; A. Robert Lauer, «Representación del canibalismo
en las obras teatrales del siglo áureo sobre la conquista de América», en
Estudios de teatro español y novohispano, ed. Melchora Romanos, Ximena González
y Florencia Calvo, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires / AITENSO, 2005,
pp. 411-418; Carlos A. Jáuregui, Canibalia. Canibalismo, calibanismo,
antropofagia cultural y consumo en América Latina, Madrid / Frankfurt am Main,
Iberoamericana / Vervuert, 2008; Luis Pancorbo, El banquete humano: una historia
cultural del canibalismo, Madrid, Siglo XI de España Editores, 2008; Miguel
Donoso, «Del rito al hambre: la antropofagia en dos crónicas chilenas del siglo
XVI», Taller de Letras, Número especial 1 (Mundos trasatlánticos: trabajos y
diversiones), 2012, pp. 51-61; Adolfo Chaparro Amaya, Pensar caníbal. Una
perspectiva amerindia de la guerra, lo sagrado y la colonialidad, Buenos Aires /
Madrid, Katz, 2013; Sonia Martínez Moreno, «Una revisión al imaginario europeo
sobre la antropofagia y el canibalismo en la zona de frontera en América y Chile
(siglos XVI-XVII)», Cuadernos de Historia Cultural. Revista de Estudios de
Historia de la Cultura, Mentalidades, Económica y Social (Viña del Mar), 2,
2013, pp. 117-148; José Anadón, «Siglo XVII: antropofagia ritual mapuche»,
Anales de Literatura Chilena, 26, 2016, pp. 75-84, entre otros trabajos
posibles.

[2] Lope de Vega, El Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, ed. Luigi
Giuliani, en Comedias de Lope de Vega. Parte IV, 1-3, Lleida, Milenio, 2002vv.
2005-2012. En los versos primero y tercero de la cita prefiero editar «qué» con
tilde («que» en las dos ocasiones en la edición de Luigiani).

[3]  Lope de Vega, El Brasil restituido, en Obras de Lope de Vega, Madrid,
Atlas, tomo XXVIII, 1970 (BAE, CCXXXIII), p. 278 (son los vv. 1190-1206 de la
edición digital de Rosa Durá Celma para ARTELOPE).

[4] Antonio F. Cao, «Mitología, mito y desmitificación en las obras americanas
de Lope de Vega», en Literatura hispánica, Reyes Católicos y Descubrimiento.
Actas del Congreso Internacional sobre Literatura Hispánica en la época de los
Reyes Católicos y el Descubrimiento, ed. Manuel Criado de Val, Barcelona, PPU,
1989, p. 490.

[5] Sea como sea, esta escena está al servicio de la comicidad; recordemos que
Rebolledo logra salvar la vida gracias a su ingenio, al convencer a los indios
de que tiene una enfermedad contagiosa llamada… escapatoria.

[6] Para más detalles remito a mi trabajo:  Carlos Mata Induráin, «“¿Qué nombre
ha puesto la Fama / a esa enfermedad traidora?”. Antropofagia mapuche vs.
ingenio español en Arauco domado de Lope de Vega», Hipogrifo. Revista de
literatura y cultura del Siglo de Oro, 10.2, 2022, pp. 213-236.

Publicado en Arauco, Barroco, Literatura, Lope de Vega, Teatro | Etiquetado
Antropofagia, Araucanos, Arauco, Arauco domado, Canibalismo, Guerra de Arauco,
Literatura del Siglo de Oro, Lope de Vega, Mapuche, Teatro del Siglo de Oro |
Deja un comentario


«ÁNGEL EN EL PAÍS DEL ÁGUILA» (1954) DE ÁNGEL MARTÍNEZ BAIGORRI: FINAL

Posted on 7 07Europe/Madrid junio 07Europe/Madrid 2024 por insulabaranaria
Responder

Sin ser, ciertamente, la mejor obra poética del padre Ángel Martínez Baigorri,
Ángel en el País del Águila[1], poemario publicado de forma exenta en 1954 en
España, es un volumen de gran interés, en el que —como ha señalado la crítica de
forma unánime— se advierte una profunda unidad de conjunto. Partiendo de una
experiencia biográfica precisa (su estancia de un año y unos meses en los
Estados Unidos para operarse del estómago y para la lenta convalecencia
posterior), el sacerdote-poeta o poeta-sacerdote —los dos aspectos de su persona
y magisterio van indisolublemente unidos— nos presenta la denodada lucha del
Ángel (el espíritu) por insuflar vida nueva en el Águila (la materia), en una
expresión lírica ya de madurez que alcanza además una honda profundidad
filosófico-teológica, como pusiera de relieve el pionero estudio (1958) del
padre Ellacuría. Al igual que sucede en otros poemarios suyos, como por ejemplo
Río hasta el fin y Contigo sacerdote, aquí poesía, filosofía y teología marchan
de la mano.

En la primera sección del libro, «Ángel en el País del Águila», encontramos
interesantes descripciones de algunas ciudades estadounidenses (en especial
Nueva Orleans y Nueva York), junto con una serie de temas que van de la
nostalgia de la infancia al recuerdo de España y Nicaragua, pasando por la
evocación de la llegada a América de los primeros descubridores europeos. Todo
ello reflejado en forma poética con la riqueza de metáforas, imágenes y símbolos
habitual en la poesía de Martínez Baigorri (destacan, entre los símbolos, el
Ángel y el Águila, el Río y el Mar, la Rosa, el Sol, etc.).



En la segunda parte, «Fin provisional y descansos», el yo lírico-Ángel, en su
convalecencia en el Ranchito de San José —el Ranchito de las Nubes, como se le
denomina— de Isleta College (seminario jesuita cercano a El Paso, Texas), la
materia poética, expresada en un adelgazado estilo conceptista, se convierte en
esperanzado canto del encuentro del ser humano con Dios, con un enfoque y una
mirada plenamente trascendentes[2]: en el último poema —que no figura en la
edición original de 1954, sino que es añadido en Poesías completas I— el Ángel
se despide de la ciudad de «Nueva York en Gracia» y, saliendo ya de las
coordenadas puramente temporales, queda convertido en «Ángel Sin Tiempo»[3].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] He citado por Ángel en el País del Águila, Madrid, Ediciones Cultura
Hispánica, 1954, pero teniendo a la vista la edición de Emilio del Ríoen Poesías
completas I, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1999, donde el poemario ocupa las
pp. 589-649.

[2] «Es evidente que estamos ante una poesía transcendente en el más estricto y,
a la vez, amplio sentido; nada de miniaturas ni pequeñeces, nada de frivolidades
y distracciones, sino verdad sincera, honda y desnuda; profundización en lo que
el hombre es; llamada y testimonio a la plenitud de vida» (Ignacio Ellacuría,
«Ángel Martínez, poeta esencial», en Escritos filosóficos I, San Salvador, UCA
Editores, 1996, p. 188).

[3] Remito para más detalles a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «Una
aproximación al poemario Ángel en el País del Águila (1954) de Ángel Martínez
Baigorri: génesis, estructura y temas», Príncipe de Viana, año 83, núm. 282,
enero-abril de 2022, pp. 107-145.

Publicado en Ángel Martínez Baigorri, Cultura jesuítica, Escritores navarros,
Historia literaria de Navarra, Literatura, Literatura española del siglo XX,
Literatura hispanoamericana | Etiquetado Ángel Martínez Baigorri, Cultura
Jesuítica, Escritores navarros, Historia literaria de Navarra, Jesuitas,
Literatura española del siglo XX, Literatura nicaragüense, Poesía española del
siglo XX, Poesía española siglo XX, Poesía nicaragüense, Poesía y etiquetada
Ángel en el País del Águila | Deja un comentario


«ÁNGEL EN EL PAÍS DEL ÁGUILA» (1954) DE ÁNGEL MARTÍNEZ BAIGORRI: TEMAS (Y 6)

Posted on 5 05Europe/Madrid noviembre 05Europe/Madrid 2023 por insulabaranaria
Responder

El último tema que examino en el poemario de Ángel Martínez Baigorri es el de la
eternidad y la trascendencia, es decir, el deseado y buscado encuentro con Dios.
Mucho es lo que se podría escribir sobre esta cuestión, que permea todos los
poemas de la segunda sección de Ángel en el País del Águila[1], «Fin provisional
y descansos», pero que ya está claramente anunciado en el último poema, el 16,
sin título, de la sección anterior, en el que se predica la necesidad de que no
haya espacio ni tiempo «porque el Águila triunfe y viva el Ángel» (p. 61).



Dice así, en efecto, con bellísima formulación en los versos finales:

> Sin espacio ni tiempo.
> 
> La eternidad completa en mis pupilas
> encierra lo distante en lo cercano
> con un amor de fiera, águila y ángel,
> que es todo en mí para que todo exista
>          —como lo estoy diciendo—,
> que es que yo sea.
> 
> No importa lo que digan.
>                                              Esto es todo,
> como el amor, la muerte,
>                                        el sueño entero,
> realidad vivida y nuevo canto.
> 
> Porque siempre seré en todo completo
> y todo entre mis brazos, como un nido
> caliente, como un pecho. Con el águila
> dentro y con mis estrellas encendidas
> en la llama invisible
> del Sol ángel ardiendo que la informa.
> 
> Todo es porque yo sea,
> porque mis brazos tienen la largura
> de los dedos de Dios,
> y tengo el corazón —Su Corazón— entre
>          mis brazos[2].

Para la consideración de esta cuestión resulta esencial el trabajo de Ellacuría
de 1958, que analiza profunda e impecablemente este tema abordado por el
poeta-sacerdote: «En su última intención, la poesía del P. Ángel está enfocada
hacia el enigma del hombre y su destino dentro de una visión filosófica —por lo
rigurosa y profunda—, teológica —por lo definitiva y refulgente»[3]. Ahora no
puedo detenerme más en este aspecto —que, por otra parte, ya nos ha ido
apareciendo en las entradas anteriores—, así que me limitaré a recordar lo dicho
por Paasche:

> Seguimos el viaje por el País del Águila pero lo importante es ahora que este
> viaje, como el viaje por el río San Juan, ha cambiado de carácter, y aunque
> seguimos pasando por lugares, ríos, trenes, ciudades de los EE. UU., vamos
> ahora en el viaje hacia la eternidad. Todos los temas son el mismo tema, el de
> la relación el hombre con Dios[4].

Y terminaré citando estas reflexiones del padre Bertrán:

> El enfoque que abarca toda su obra, su concepción, por tanto, […] son
> teocéntricos. Pero no con la aparente mutilación de humanidad que alguna mente
> limitada podría dar al adjetivo de referencia divina. El conocimiento y la
> vivencia, la vivencia sobre todo de la teología, le conceden esa jugosa y
> segura concepción que invade toso su pensar; «Sólo lo que hay en mí de Dios no
> es tiempo», nos dijo antes. De tan hondo, su sentido religioso no necesita —lo
> evita— moralizar ni predicar. Su inspiración brota de manantial divino, y al
> engrandecerla, la devuelve a su origen. Es éste, arte más radical, más
> esencialmente católico. Arte, en Ángel, de amplísimos registros, que van desde
> la súplica de la indigencia y de la angustia al goce de la esperanza y de la
> posesión: «No hay sino dar un grito con tu nombre / gozo lleno de saber que
> existes.» al deslumbramiento de la presencia divina que es palpitación de la
> inteligencia y en la fe del poeta, llama callada, pero ardiente, en su
> corazón. […] Gusta el poeta de vivir fuera de la órbita temporal y de firmar
> Ángel sin tiempo. Su poesía rebasa los límites de lo íntimo, de lo social y
> hasta de lo internacional humano por su dilatación que le inserta en
> inmensidades cósmicas[5].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Citaré por Ángel en el País del Águila, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica,
1954, pero teniendo a la vista la edición de Emilio del Ríoen Poesías completas
I, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1999, donde el poemario ocupa las pp. 589-649.

[2] Estos dos versos con diferente distribución en Poesías completas I,
repartidos en tres renglones.

[3] Ignacio Ellacuría, «Ángel Martínez, poeta esencial», en Escritos filosóficos
I, San Salvador, UCA Editores, 1996, p. 142; ver también las pp. 184-185, donde
habla de «la profunda unidad con que vive el P. Ángel su misión de hombre y de
poeta con su misión de cristiano y de sacerdote».

[4] Rosamaría Paasche, Ángel Martínez Baigorri, místico conceptista, Pamplona,
Gobierno de Navarra (Departamento de Educación y Cultura), 1991, p. 143.

[5] Juan Bautista Bertrán, «Intento de un camino», en Ángel Martínez Baigorri,
Ángel poseído, Barcelona, Ediciones 29, 1978, pp. 22-24. Remito para más
detalles a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «Una aproximación al poemario Ángel
en el País del Águila (1954) de Ángel Martínez Baigorri: génesis, estructura y
temas», Príncipe de Viana, año 83, núm. 282, enero-abril de 2022, pp. 107-145.

Publicado en Ángel Martínez Baigorri, Cultura jesuítica, Escritores navarros,
Historia literaria de Navarra, Literatura, Literatura española del siglo XX,
Literatura hispanoamericana, Literatura y religión, Poesía | Etiquetado Ángel en
el País del Águila, Ángel Martínez Baigorri, Escritores navarros, Historia
literaria de Navarra, Literatura nicaragüense, Poesía española del siglo XX,
Poesía nicaragüense | Deja un comentario


LA NOVELA, UN GÉNERO DESPRESTIGIADO EN EL SIGLO XVIII

Posted on 23 23Europe/Madrid agosto 23Europe/Madrid 2023 por insulabaranaria
Responder

Tenemos que la novela apenas se ha cultivado en España durante el siglo XVIII.
Pero hay más; ocurre que la novela es un género literariamente desprestigiado.
En primer lugar, no posee existencia independiente, pues los tratadistas la
incluyen, junto con la epopeya, como un subtipo dentro de la épica[1]. De esta
forma, la novela puede tener, como mucho, la consideración de poema en prosa[2]:
Luzán, por ejemplo, habla en su Poética de poema épico, pero no de novela.
Además, su importancia dentro de la Literatura es baladí; se trata de un género
frívolo (salvo que encierre una enseñanza moral), sin valor artístico alguno,
frente a la lírica o el drama, dado que solo se consideran literarias aquellas
piezas escritas en verso. La prosa debía quedar reservada únicamente para la
oratoria, la didáctica y géneros similares, no para relatos novelescos que dejen
volar la fantasía[3]. Y no solo olvidan la novela los tratadistas; las revistas
literarias del momento tampoco la mencionan apenas[4].



Además del desprestigio literario, también desde el punto de vista moral la
novela está mal vista. Se trata de un género dañino, altamente perjudicial para
la juventud, casi inmoral, porque puede despertar tendencias evasivas y
pasionales. Si a ello añadimos las posibilidades de la novela como vehículo
portador de ciertas ideas contrarias al poder establecido, fácilmente se
comprenderá el establecimiento de la censura durante los períodos absolutistas
del reinado de Fernando VII.

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Así fue considera por la escuela romántica alemana; de hecho, Lessing llamó
a la novela «epopeya bastardeada».

[2] Ni siquiera sus propios cultivadores tienen conciencia de que la novela
constituya un género aparte. Son claras al respecto las palabras de Valladares
de Sotomayor en el prólogo a su Leandra (1797), que recoge Juan Ignacio
Ferreras, Los orígenes de la novela decimonónica (1800-1830), Madrid, Taurus,
1973, p. 94: «La Novela tiene sus apasionados y sus rivales. Unos la celebran y
otros la desprecian. Los primeros la comparan con el Poema Épico, y los segundos
la miran como una cosa frívola. ¿Pero quién duda que el plan, extensión y objeto
de los dos son iguales? […] En efecto, no hay más diferencia entre la Novela y
el Poema, que ser éste en verso y aquélla en prosa».

[3] Sin embargo, la literatura imaginativa también tendrá sus defensores. Veamos
por ejemplo estas palabras de Blanco White, a mediados de 1824, en el New
Monthly Magazine: «En esas creaciones de la imaginación consiste la parte más
sublime y peculiar de la poesía. Sin ellas no puede existir el género novelesco
o romántico que, ya sea en verso, ya en prosa, es el verdadero manantial y la
única mina de que la poesía moderna ha sacado y ha de sacar sus mejores y más
atractivos adornos». Tomo la cita de Vicente Llorens, El Romanticismo español,
Madrid, Castalia, 1989, p. 39. Una consideración de la novela como símbolo
romántico puede verse en la «Introducción» de Antonio Prieto a Gil y Carrasco,
El señor de Bembibre, Madrid, EMESA, 1974.

[4] «De un modo general, todas las publicaciones anotadas no se ocupan o se
ocupan muy poco de novela; su única preocupación literaria, cuando existe, es la
poesía y el teatro; ante la novela adoptan una posición ambigua que podría
definirse así: la novela no existe, la novela ha de ser útil, la novela ha de
ser moral. Todas las revistas citadas, con muy pocas excepciones, critican
duramente a los traductores y a las traducciones de novelas», escribe Juan
Ignacio Ferreras, Los orígenes de la novela decimonónica (1800-1830), Madrid,
Taurus, 1973, p. 70.

Publicado en Literatura, Literatura española del siglo XVIII, Narrativa |
Etiquetado Literatura española del siglo XVIII, Narrativa, Narrativa española
del siglo XVIII, Novela | Deja un comentario


«ÁNGEL EN EL PAÍS DEL ÁGUILA» (1954) DE ÁNGEL MARTÍNEZ BAIGORRI: TEMAS (5)

Posted on 12 12Europe/Madrid agosto 12Europe/Madrid 2023 por insulabaranaria
Responder

Otro tema presente en el poemario[1] es la nostalgia de España, de la infancia y
de la madre, más el recuerdo de Nicaragua. Aparece en contadas ocasiones, pero
las ocurrencias son significativas, alcanzando un alto valor emocional. Así en
el poema 3, «Ya en ti resucitado / para aprender tu nombre» (pp. 23-24), cuando
el Ángel pasea —vuela— por Nueva Orleans se refiere al Barrio Francés,
apostillando que «en español [es] más mío» (p. 23). Es decir, ese Barrio Francés
le trae al recuerdo más bien su añorada y lejana España:

> Por el Barrio Francés, tan tuyo y mío,
> viene a besarme España en tus recuerdos;
> en tu gloria de ayer, resucitado,
> sobre la noche en calma canta mi pensamiento
> el canto de tus pájaros perdidos,
> himno de otoño al cielo,
> en el alba de aquella primavera
> que en la nave de España llegó aquí sonriendo (p. 24).

Y los recuerdos de Madrid se cuelan en el poema 11, «II: Dondequiera te quiero».
En esta composición evoca al poeta amigo Carlos Martínez Rivas, que se halla
geográficamente lejos, en España, pero siempre cercano en el corazón («Carlos,
ya te he mirado en todas partes», p. 50); y tanto es así que distintos espacios
de la Nueva Orleans que recorre le traen a la memoria otros lugares
“equivalentes” de la capital de España:

> Toda Nueva Orleans sabe de tus miradas.
> Las mías en Madrid vagan perdidas
> del Prado[2] a la Moncloa,
> de San Andrés al barrio de Vallecas.
> Contigo, a pleno vuelo, por el aire,
> voy al cielo en el Metropolitano.
> 
> Este tranvía suena a hierros rotos.
> Pero esta ola de frío a pleno sol
>          casi del Trópico,
> con cielo todo azul, tan madrileño,
> me sitúa contigo.
> 
> Y ya no voy al Stadium
> del City Park; voy al Parque del Oeste (pp. 50-51).

Carlos Martínez Rivas.

Una breve alusión a su madre la hallamos en el poema 7: «—retrato de mi madre, /
mi nombre repetido / por los que sólo saben pronunciarlo—» (p. 36). La idea de
la fuerza afectiva de la acción nominativa la encontramos reiterada en el poema
«Descanso en el tren», cuando el yo lírico recuerda cuál es su nombre de pila
—aquí, pues, encontramos plenamente identificados el yo lírico-Ángel en el País
del Águila y el Ángel Martínez Baigorri, hombre, sacerdote y poeta de carne y
hueso—:

> Mi nombre es Ángel,
> pero tampoco yo sé todavía,
> o ya, mi nombre entero (p. 83).

Por otra parte, en el poema 12, la contemplación de la nieve suscita en el yo
lírico el recuerdo de su «incurable infancia»:

> ¡Oh silenciosa nieve de mis sueños
> de niño! Fría y triste de uniforme
> virginidad de nieve
> de mi incurable infancia (p. 52).

En fin, en el poema «Descanso en el tren» (pp. 80-83), encontramos unidas ambas
nostalgias, la de la madre y la de la niñez. A partir de una circunstancia
concreta —el Ángel lírico contempla a un niño jugando en un tren—, eleva el
pensamiento jugando con la oposición niño / niño interior:

> El niño que no sabe
> y mi niño interior que no se acuerda
> de que también fue niño.
> 
> Este niño incansable
> que a todos ama y que con todos juega,
> que pasa de uno a otro
> para que todos le acaricien y le digan
> cosas raras que él[3] no puede entender y le hacen
> por lo mismo reír, reír con tanta gracia.

> Este niño de ayer que soy yo mismo…
> 
> Que a todos ama y que por todos pasa
> y que siempre en el término
> de su correr encuentra,
> para el reposo abiertos,
> incansables, como él, los brazos de su madre (p. 82).

Por lo que toca a la evocación nostálgica de Nicaragua, está presente en el
poema 1 de la primera sección poética, «Ángel en el País del Águila», donde
encontramos estos versos (es el cierre de la composición):

> Una mañana suave,
> de sol fluorescente entre el verdor de las hojas
> y aire acondicionado.
> El principio del paso de estío,
> anuncio de la vida que se duerme
> —de mi vida que nace—:
> 
> libre de la mecánica, de la prisión de un fólder
> gigante y con un índice de nombres
> muertos, la vida vive y se abre a un cielo
> lleno de alas y azul que no se oye.
> 
> Porque cuando bajamos,
> ¡oh tortura saber de dónde nace el viento!
> Porque cuando subimos,
> ¡oh delicia del cielo libre para las alas,
> con luz y sin anuncios de colores!
> 
> Desde el País del Águila,
> allí mi vida espera
> libre de automatismos de esta vida.
> 
> Y Nicaragua, quieta como el cielo,
> con luz que es sólo anuncio de otras luces (pp. 16-17)[4].

La otra referencia destacada[5] a aquel país que cantaba en él —en Martínez
Baigorri— se localiza en este pasaje del apartado «Tú no pasarás nunca», del
poema «Bodas de Oro en el filosofado (Isleta College)», en el que se mencionan
varios lugares ligados a su biografía:

> Y así eres tú en el paso que no pasará nunca.
> Porque de lo que pasa por El Paso
> tomas siempre lo eterno[6].
>                                            ¿Y lo que dejas?
> ¡Qué carrera inviolada!
> ¡Qué rastro de luz suave!
>                                         Por tu paso, los nombres
> de Alsacia, Francia, España, México, Norteamérica,
> tienen una luz nueva…
> 
>                                 ¿Y Nicaragua?
> Yo le he oído a un lago decir allí tu nombre,
> y he visto en una ceiba tu retrato
> inflamado de aurora (p. 110).

Pasaje en el que el país centroamericano queda aludido por dos realidades
frecuentemente evocadas en la poesía del padre Ángel: el Lago Cocibolca o Gran
Lago de Nicaragua, a cuyas orillas, en la ciudad de Granada, está situado el
colegio «Centroamérica», donde él enseñaba literatura; y el árbol de la ceiba,
cantado por ejemplo en el soneto que comienza «Ceiba, dominadora del paisaje: /
Primera luz que es vida de la aurora, / Primera voz del alma al sol sonora /
Vibrando con el viento en tu ramaje»[7], o en el titulado «Clara forma»[8].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Citaré por Ángel en el País del Águila, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica,
1954, pero teniendo a la vista la edición de Emilio del Río en Poesías completas
I, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1999, donde el poemario ocupa las pp. 589-649.

[2] En Poesías completas I «Prado». Tanto «Pardo» como «Prado» son topónimos
madrileños y, por tanto, serían lecturas igualmente válidas.

[3] En Poesías completas I se lee «quél».

[4] Como menciona Rosamaría Paasche, en una cita aducida más por extenso
anteriormente, el Ángel «resalta la inocencia de Nicaragua todavía no
contaminada por el artificio» (Ángel Martínez Baigorri, místico conceptista,
Pamplona, Gobierno de Navarra, 1991, pp. 139-140).

[5] Una alusión más puntual a la capital de Nicaragua la encontramos en el poema
«Walk», del apartado «Descansos (También provisionales)»: «¿Qué importa / —ya en
Managua o hacia El Paso— / si el camino hacia abajo es hacia arriba / y es su
término igual siempre distinto?» (p. 77).

[6] En todo el tramo final del poemario se reiteran estos juegos de derivación
con paso, pasar, etc., unidos al topónimo texano de El Paso. El ejemplo extremo
de este estilo ingenioso, verdadero alarde conceptista, es este pasaje de «Tú no
pasarás nunca»: «Si existe El Paso —una ciudad: EL PASO—, / sólo es El Paso por
lo que ha pasado, / sin pasar, por El Paso: / Lo que pasó hizo a El Paso en lo
que queda, / y así es El Paso por lo que ha quedado / en el paso de todo por El
Paso. // Y ése eres tú, que no pasarás nunca, / porque todo, al pasar por ti, ha
dejado en ti / la eternidad de todo lo que pasa: / Todo en tu vida fue paso
hacia el paso / que no ha de pasar nunca» (p. 108). Ese «Paso que no pasa» es,
claro está, un paso trascendente, el del encuentro con Dios para la vida eterna.
Con relación al estilo de esta parte del poemario, Ellacuría matiza
certeramente: «Versos que encierran tan perfecto y claro sentido pueden ser
difíciles por su penetración filosófica, por su densidad y exactitud, pero no
son oscuros ni confusos» («Ángel Martínez, poeta esencial», en Escritos
filosóficos I, San Salvador, UCA Editores, 1996, p. 173). Ver también las pp.
174-176 para su comentario de este «estilo intelectual y esencialista»,
completado con esta otra declaración: «Esto no quiere decir que todas sus
páginas reciban un idéntico tratamiento intelectual, sin una flor ni una
sonrisa. Su poesía tiene sentidos remansos de ternura, de suave emoción: cuenta
con fulgurantes imágenes originalísimas y poderosas, con expresiones
perfectamente acabadas y asequibles al gusto de todos» (p. 177).

[7] Sonetos irreparables, México, D. F., A. Finisterre Editor, 1964, p. 49.

[8] Sonetos irreparables, p. 80. Remito para más detalles a mi trabajo: Carlos
Mata Induráin, «Una aproximación al poemario Ángel en el País del Águila (1954)
de Ángel Martínez Baigorri: génesis, estructura y temas», Príncipe de Viana, año
83, núm. 282, enero-abril de 2022, pp. 107-145.

Publicado en Ángel Martínez Baigorri, Cultura jesuítica, Escritores navarros,
Historia literaria de Navarra, Literatura, Literatura española del siglo XX,
Poesía | Etiquetado Ángel en el País del Águila, Ángel Martínez Baigorri, Carlos
Martínez Rivas, Cultura Jesuítica, Escritores navarros, Historia literaria de
Navarra, Literatura, Literatura española siglo XX, Literatura nicaragüense,
Nueva Orleans, Poesía | Deja un comentario


HISTORIA LITERARIA DE NAVARRA EN EL SIGLO XV: INTRODUCCIÓN

Posted on 7 07Europe/Madrid agosto 07Europe/Madrid 2023 por insulabaranaria
Responder

Podemos considerar el siglo XV como un periodo de transición entre la Edad Media
y el Renacimiento, dominado ya por las corrientes humanistas de origen italiano.
Durante el reinado de los Reyes Católicos se va a conseguir la unidad de los
distintos reinos y territorios hispánicos; recordemos la fecha clave de 1492:
conquista del reino nazarí de Granada, descubrimiento de América, expulsión de
los judíos y publicación de la Gramática de Nebrija. ¿Cuál es la situación del
reino de Navarra, que logrará mantener su independencia hasta 1512? En Navarra,
tras el reinado de Carlos III (1397-1425), verdadero remanso de paz y
prosperidad, llega una época conflictiva: asistimos a la división del reino, que
se desangra en cruentas guerras de bandería, en el contexto de las luchas entre
Carlos, príncipe de Viana, y su padre Juan II de Aragón, quien usurpa el trono
de Navarra que por legítimo derecho corresponde a su hijo. A la rivalidad
política han de unirse las luchas nobiliarias, motivadas en buena medida por
conflictos e intereses económicos. Los navarros se dividen en beamonteses y
agramonteses, y se hacen famosos algunos caudillos como el conde de Lerín o
mosén Pierres de Peralta.

Esta situación de crisis y división interna hace que Navarra se convierta en un
bocado apetitoso: rodeado por poderosos vecinos, podía terminar siendo absorbida
bien por Francia, territorio con el que la vinculaban las últimas dinastías
reinantes, bien por Castilla o Aragón, reinos con los que había mantenido a lo
largo de la historia importantes relaciones (la geografía, con la barrera de los
Pirineos separando a Navarra de Francia, parecía favorecer la unión con el resto
de los reinos hispánicos). Todos estos procesos culminan con la pérdida de la
independencia del reino de Navarra (conquista castellana en 1512; anexión a la
Corona de Castilla en 1515). Los sucesivos intentos de recuperación del reino
por parte de sus legítimos poseedores, los reyes privativos de Navarra, los
Albret o Labrit, resultarían infructuosos.

Todo esto nos da pie para comentar algunas consideraciones culturales. A partir
de ahora el castellano va a ser el vehículo privilegiado para la expresión
literaria: por un lado, el romance navarro había conocido un profundo proceso de
castellanización, hasta el punto de terminar identificándose ambos idiomas, y ya
no se puede hablar de un romance navarro con rasgos diferenciales. Esta pujanza
del castellano no afecta solo al territorio navarro: su influencia se extiende
por todo el ámbito peninsular y, desde 1492, americano (recuérdese la famosa
frase de Nebrija, indicando que siempre la lengua fue compañera del Imperio). El
vascuence sigue siendo el idioma mayoritariamente hablado por el pueblo en
algunos territorios (lo seguirá siendo hasta bien entrado el siglo XIX), pero se
trata de un idioma con escasa consideración social y todavía no ha llegado a
convertirse en vehículo de cultura (no, al menos, de cultura escrita). Por otra
parte, han desaparecido ya (han sido asimiladas o quedan reducidas a la mínima
expresión) aquellas minorías lingüísticas que veíamos en la Edad Media
(poblaciones que empleaban el occitano, el árabe o el hebreo) y, por tanto,
apenas hay ya aportaciones significativas de estas lenguas en el terreno de la
literatura.

Un hecho clave para la difusión de la cultura que se produce en el siglo XV es
la invención de la imprenta, que va a permitir la difusión de cientos de
ejemplares de las obras que antes solo podían circular en número muy reducido a
través de copias manuscritas. La imprenta va a permitir que se conozcan los
textos de los grandes clásicos griegos y latinos, que ahora se difunden merced a
las investigaciones de los humanistas del Renacimiento (recuérdense los famosos
elogios que, ya en el siglo XVII, dedicarán Lope de Vega y Quevedo a la imprenta
y los libros). Encontramos libros impresos en Navarra desde fecha bastante
temprana: así, habrá imprentas funcionando en Pamplona, Estella y Tudela, por lo
menos. Se ha generado cierta discusión sobre cuál sería el primer incunable
navarro: se habla del Manuale secundum consuetudinem ecclesiae pampilonensis,
salido de las prensas del taller de Arnaldo (o Arnao) Guillén de Brocar (o
Brocario) en 1490, libro del que existen detalladas descripciones, pero del que
hasta hace pocos años no se conocían ejemplares.

Tradicionalmente la primera noticia que se tuvo de una obra impresa en Pamplona,
por el citado Arnaldo Guillermo Brocario, fue relativa a tres libros del fraile
Pedro de Castrovol en el año 1489 (con nuevas ediciones en 1492 y 1496). De
hacia los mismos años es una gramática del bajonavarro Esteban de Masparrautha,
titulada Regulae (1492), el Epílogo en medicina y cirugía (1495) y la denominada
Dieta Salutis (1497). Sea como sea, hay que destacar la actividad de humanistas
e impresores en Navarra desde fechas muy tempranas. Para estas cuestiones puede
consultarse el libro La imprenta en Navarra. V Centenario de la imprenta en
España (Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1974) y, por supuesto, el primero
de los nueve volúmenes de la monumental obra de Antonio Pérez Goyena Ensayo de
bibliografía navarra. Desde la creación de la imprenta en Pamplona hasta el año
1910 (Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1947-1964)[1].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, Navarra. Literatura,
Pamplona, Gobierno de Navarra (Departamento de Cultura y Turismo-Institución
Príncipe de Viana), 2004.

Publicado en Escritores navarros, Historia literaria de Navarra, Literatura |
Etiquetado Escritores navarros, Historia literaria de Navarra, Humanismo, Siglo
XV | Deja un comentario


«ÁNGEL EN EL PAÍS DEL ÁGUILA» (1954) DE ÁNGEL MARTÍNEZ BAIGORRI: TEMAS (4)

Posted on 31 31Europe/Madrid julio 31Europe/Madrid 2023 por insulabaranaria
Responder

Otro tema presente en el poemario[1] es la evocación de los descubridores de
América. Hemos visto que, en el poema 4 de la primera sección, los paseos del
Ángel —sus vuelos, habría que decir más bien— por la ciudad de Nueva Orleans
introducían el tema de los descubridores europeos, que llegaron por el mar (el
océano Atlántico) al río (el Misisipi, que los españoles llamaron río del
Espíritu Santo, el cual desemboca en el golfo de México, cerca de Nueva Orleans,
a unos 160 km de la ciudad). Pero esa idea ya quedaba anticipada en el poema
anterior, el 3, «Ya en ti resucitado / para aprender tu nombre» (pp. 23-24):

> Mi retorno en tus calles
> a don Fernando Soto:
> por la Doncella de Orleans, bajando,
> me encuentro, nuevo y viejo, el mismo en otro.
> Ya en ti, Nueva Orleans, resucitado (p. 23).

Debemos recordar que, mucho antes de que los franceses llegaran a esta zona y
crearan la colonia de Nueva Francia, los españoles ya habían explorado el río
Misisipi y su extensísima cuenca desde La Florida (de hecho, el adelantado
extremeño don Hernando de Soto —1500-1542— tomó posesión de la cuenca del
Misisipi para la Monarquía Hispánica el año de 1538[2]).

Como certeramente escribe Paasche,

> la función del ángel-poeta va a ser justamente esa, crear de nuevo. Y lo va a
> hacer redescubriendo a los descubridores de esta América que, como él,
> llegaron por el mar al río. Y al redescubrirlos, al sentirse uno con ellos, va
> una vez más a volver a sus antiguas verdades, porque como ha dicho antes,
> «Todo es hoy nuevo de tan conocido» (p. 1.268) y así el río de ahora, no
> importa cuál sea, es otra vez el Río. Y al mar vamos «buscando el nacimiento
> de la gloria primera del Río porque somos» (p. 1.272)[3].

Estas ideas tienen continuidad poética en el poema 9, «El mar… “abrazo líquido”»
(pp. 42-43), cuando por encima de los estridentes ruidos del tranvía el yo
lírico-Ángel oye el mar —ya lo vimos— y evoca a «los que descubrieron estas
tierras» (p. 42, referencia que establece un nuevo enlace o “puente” entre
composiciones):

>                                         El mar hallado
> por los que descubrieron estas tierras
> en que nunca pensaron y en que soñaba siempre
> su mirada serena de ojos alucinados.
> 
> Los que mirando al cielo le dieron vuelta
>          al Orbe[4],
> los que expresaron clara la palabra
>          del mundo,
> su palabra redonda…
> 
> Hasta entonces no se descubrió el mar.
> 
> El mar se descubrió mirando al cielo
> camino de estas tierras.
> Y el mar fue, bajo el cielo, su palabra
>          extendida (pp. 42-43).

Y sigue evocando no el «mar separado», sino «el mar, abrazo líquido del mundo, /
infinidad de Dios en que navegan / sobre el cuerpo las almas, / el eterno
presente / de su mirada azul de firmamento» (p. 43). Así pues, del mar ‘océano’
pasamos al Mar —con simbólica mayúscula— que es ‘la divinidad’, «la Infinidad de
Dios» (p. 43). Y añade la voz lírica:

> Somos del mar por los que nos hallaron.
> 
> Ríos largos del mar, venas azules
> en el cuerpo de América, abrazada
> por un sueño celeste de los siglos
> sobre su realidad de milagro despierto.
> 
> Somos del mar por los que la encontraron.
> 
> Y al mar vamos buscando el nacimiento
> de la gloria primera del Río por que somos.
> 
> Y el mar es ya un amor que todo lo une (pp. 43-44).

Y el poema acaba así, aludiendo a la doble denominación Río del Espíritu Santo /
Mississippí y emparejando los nombres —las realidades— de «América y España»:

> —¿Cuál es el Río del Espíritu Santo?
> 
> —Me tienta el Mississipí[5]
> con su boca azul de agua.
> 
> Quisiera hundirme en él y nadar, solo,
>           hasta su nacimiento
> de montañas y siglos;
> ser el conquistador en él de mi alma
>          descubierta
> y llegar hasta el mar después con su
>           corriente,
> para mandar en ella una invisible, in-[6]
>          mensa ola,
> que descubra a las tierras que se olvidan
> de que fueron un día descubiertas
> el alma de la Tierra de sus descubridores:
> 
> América y España, el mundo entero
> sobre el vuelo de un sueño conquistado:
> 
> —¡El Águila y el Ángel! (pp. 45-46)[7].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Citaré por Ángel en el País del Águila, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica,
1954, pero teniendo a la vista la edición de Emilio del Ríoen Poesías completas
I, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1999, donde el poemario ocupa las pp. 589-649.

[2] El callejero de Nueva Orleans, los nombres de sus calles, sirven para
introducir la referencia histórica, no solo al explorador y conquistador
Hernando de Soto, sino también a Juana de Arco (c. 1412-1431), conocida como «la
Doncella de Orleans» («La Pucelle d’Orléans», en francés).

[3] Rosamaría Paasche, Ángel Martínez Baigorri, místico conceptista, Pamplona,
Gobierno de Navarra (Departamento de Educación y Cultura), 1991, p. 141.

[4] Editado con minúscula, «orbe», en Poesías completas I.

[5] Con esta grafía (las dos veces con ss, pero con una sola p, y con tilde en
la í final) en la edición original de 1954; en Poesías completas I se escribe
«Mississippi».

[6] Mantengo este encabalgamiento silábico del texto de 1954, que me parece
tiene intencionalidad estilística; en Poesías completas I se transcribe «Para
mandar en ella una invisible, inmensa ola» como un solo verso.

[7] Remito para más detalles a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «Una
aproximación al poemario Ángel en el País del Águila (1954) de Ángel Martínez
Baigorri: génesis, estructura y temas», Príncipe de Viana, año 83, núm. 282,
enero-abril de 2022, pp. 107-145.

Publicado en Ángel Martínez Baigorri, Cultura jesuítica, Escritores navarros,
Historia literaria de Navarra, Literatura, Literatura española del siglo XX,
Poesía | Etiquetado Ángel en el País del Águila, Ángel Martínez Baigorri,
Escritores navarros, Historia literaria de Navarra, Jesuitas, Literatura
nicaragüense, New Orleans, New York, Nueva Orleans, Nueva York, Poesía española
del siglo XX, Poesía española siglo XX, Poesía nicaragüense | Deja un comentario


HISTORIA LITERARIA DE NAVARRA EN LA EDAD MEDIA: OBRAS JURÍDICAS E HISTÓRICAS

Posted on 14 14Europe/Madrid julio 14Europe/Madrid 2023 por insulabaranaria
Responder

Las obras legislativas[1] escapan al terreno de la estricta literatura, aunque a
veces incorporen determinados pasajes o elementos con valor literario (piénsese,
por ejemplo, en los exempla contenidos en el Fuero general de Navarra, especie
de apólogos, patrañas o cuentecillos a la manera de los de El conde Lucanor de
don Juan Manuel). Recordaré brevemente los títulos de algunas de estas obras,
comenzando por el Liber Regum, escrito en romance navarro hacia el año 1200, que
forma parte del códice llamado Cronicón Villarense. El Fuero de Estella, los
Fueros de la Novenera, el Fuero extenso de Tudela, el Fuero general de Navarra
(recopilado al llegar al trono Teobaldo I, «rey de extraña lengua y nación»), de
mediados del siglo XIII, del que destacan sus apólogos o exemplos. En fin,
Felipe de Navarra, que vivió en el siglo XIII, es autor de otro libro con
recopilaciones legales: Libro de Felipe de Navarra; y al siglo XIV corresponde
la figura del pensador villavés Pedro de Atarrabia[2].

En el terreno de la historiografía, debemos mencionar a don Rodrigo Ximénez de
Rada (Puente la Reina, ¿1170?-Vienne, Francia, 1247). Fue arzobispo de Toledo,
alma de la memorable batalla de las Navas de Tolosa y un destacado cronista,
hasta el punto de haber sido calificado como «padre de la Historia de España».
Es autor de Rerum in Hispania gestarum libri IX o Historia Gothica (que abarca
hasta el año 1243, y también se conoce como De rebus Hispaniae), el Breviarum
Ecclesiae Catholicae (una historia eclesiástica) y una Historia Arabum. Otro
historiador navarro, ya del siglo XIV, es fray García de Eugui, que fue obispo
de Bayona y confesor de Carlos III el Noble. Escribió una Corónica de los fechos
subcedidos en España dende sus primeros señores fasta el rey Alfonso XI. En fin,
podríamos aludir en este apartado a Los Diez Mandamientos, que sería la erudita
obra de un anónimo religioso navarro de principios del siglo XIII. Escribe Zalba
a este respecto:

> Casi al mismo tiempo que en Castilla aparece el romance en Navarra, si bien no
> se usa sino en los documentos oficiales y en las obras escritas por monjes u
> obispos; y antes de que los reyes de Castilla San Fernando y su hijo Alfonso
> el Sabio ordenaran el uso oficial del romance, aparece la obra titulada Los
> Diez Mandamientos, una de las primeras muestras de la prosa erudita, debida a
> la pluma de un religioso navarro, cuyo nombre se ignora, a principios del
> siglo XIII[3].

Pasando al terreno de la literatura religiosa, podríamos recordar el libro
editado por González Ollé en 1995 Sermones navarros medievales. Una colección
manuscrita de la Catedral de Pamplona. Incluye este trabajo, que es edición
parcial de ese sermonario, los titulados «In die Ascensionis», «In die santo
Pentecostes», «Dominica XIII», «Sancti Laurencii sermo» y «San Martín». Destaca
su editor que estos textos son interesantes por la escasa atención prestada al
estudio de la oratoria sagrada en España durante la Edad Media; pero también por
otra circunstancia: «las piezas ahora por vez primera publicadas se hallan
escritas en un dialecto iberorrománico, el navarro, de exigua aplicación —a
juzgar por los testimonios hasta el momento descubiertos— en registros
expresivos superiores al idóneo para su empleo en documentación de carácter
jurídico y legal»[4].

Estas son las conclusiones que en otro lugar establece el mismo González Ollé a
propósito del conjunto de la producción literaria del periodo que acabo de
reseñar, en el que encontramos obras y autores tan variopintos:

> Escasas manifestaciones literarias en romance navarro; inexistentes, hoy por
> hoy, en vascuence, tal resulta el pobre balance con que termina el examen de
> las lenguas mayoritarias de Navarra en la época medieval. Algunas noticias
> documentales sobre circulación de libros y otras actividades análogas no
> bastan para mejorar el desolador panorama. Sí queda sensiblemente modificado,
> en abierto contraste con la situación expuesta, si se atiende a una
> heterogénea —en cuanto a lengua y modalidad literaria— nómina de obras
> relacionadas por diversas circunstancias con Navarra. Proceden de grupos
> sociales que son considerados no tanto navarros como asentados en Navarra, por
> lo general con un determinado status personal o colectivo, que lleva
> aparejada, para cada uno, la utilización de su propia lengua. A esas minorías
> étnicas se adscriben varios autores, de los que no en todos los casos consta
> su naturaleza navarra; otros sí la poseen, por su lugar de nacimiento, pero su
> vida entera, desvinculada de Navarra, transcurre en tierras lejanas y nada
> afines a la originaria. Adviértase que Navarra se emplea aquí con un alcance
> geográfico semejante al actual, pues sirve para denominar aquellas zonas de la
> Frontera Superior árabe que luego incorporará a sus dominios la monarquía
> pamplonesa[5].

--------------------------------------------------------------------------------

[1] Ver Juan Antonio Frago Gracia, «Literatura navarro-aragonesa», en José María
Díez Borque (coord.), Historia de las literaturas hispánicas no castellanas,
Madrid, Taurus, 1980, pp. 262-264.

[2] Ver Ana Azanza Elío, Diccionario de pensadores. I, Pensadores navarros,
siglos XII-XX, Pamplona, Ediciones Eunate, 1996.

[3] José Zalba, «Páginas de la historia literaria de Navarra», Euskalerriaren
Alde, XIV, p. 346.

[4] Fernando González Ollé, Sermones navarros medievales. Una colección
manuscrita (siglo XV) de la Catedral de Pamplona, estudio, edición parcial,
notas y glosario de…, Kassel, Edition Reichenberger, 1995, «Nota previa».

[5] Fernando González Ollé, Introducción a la historia literaria de Navarra,
Pamplona, Gobierno de Navarra (Dirección General de Cultura-Institución
«Príncipe de Viana»), 1989, pp. 69-70. Para más detalles remito a Carlos Mata
Induráin, Navarra. Literatura, Pamplona, Gobierno de Navarra (Departamento de
Cultura y Turismo-Institución Príncipe de Viana), 2004.



Publicado en Edad Media, Escritores navarros, Historia literaria de Navarra,
Literatura | Etiquetado Escritores navarros, Historia literaria de Navarra,
Literatura medieval, Obras históricas, Obras jurídicas, Obras religiosas | Deja
un comentario


NAVEGACIÓN DE ENTRADAS

← Entradas más antiguas


Este blog forma parte de GRISOSFERA, la blogosfera activada por



Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO)


SIGUE EL BLOG POR EMAIL

Enter your email address to follow this blog and receive notifications of new
posts by email.

Dirección de correo electrónico:

Seguir

Únete a otros 2.041 suscriptores


CATEGORÍAS

 * Agustín Moreto
 * Antonio de Eslava
 * Antonio de Solís
 * Antonio Machado
 * Arauco
 * Arturo Campión
 * Autoridad y poder
 * Autos sacramentales
 * Ángel Martínez Baigorri
 * Bances Candamo
 * Baroja
 * Barroco
 * Blasco Ibáñez
 * Bolivia
 * Calderón de la Barca
 * Cervantes
 * Chile
 * Cid Campeador
 * Comedia burlesca
 * Conde de Villamediana
 * Crítica literaria
 * Cultura jesuítica
 * Daniel Sueiro
 * Delibes
 * Don Quijote
 * Edad Media
 * Eduardo Galán
 * Escritores navarros
 * Escritura creativa
 * Espronceda
 * Exilio republicano español
 * Ezequiel Endériz
 * Félix Urabayen
 * Federico Urrecha
 * Francisca Sarasate Navascués
 * Francisco González de Bustos
 * Francisco Navarro Villoslada
 * Fray Diego de Estella
 * Fray Pedro Malón de Echaide
 * Gabriel Miró
 * García Lorca
 * García Serrano
 * Garcilaso de la Vega
 * Géneros literarios
 * Góngora
 * Genaro Xavier Vallejos
 * Generación del 14
 * Generación del 27
 * Generación del 36
 * Generación del 50
 * Generación del 98
 * Gertrudis Gómez de Avellaneda
 * GRISO-Universidad de Navarra
 * Historia literaria de Navarra
 * Jerónimo Arbolanche
 * Jerónimo de Cáncer
 * Jorge Guillén
 * José Luis Tejada
 * José María Pemán
 * Juan de Matos Fragoso
 * Juan Meléndez Valdés
 * Julián de Medrano
 * Libros y lectura
 * Literatura
 * Literatura argentina
 * Literatura chilena
 * Literatura colombiana
 * Literatura de Entresiglos
 * Literatura de Navidad
 * Literatura e historia
 * Literatura española del siglo XIX
 * Literatura española del siglo XVIII
 * Literatura española del siglo XX
 * Literatura española del siglo XXI
 * Literatura guatemalteca
 * Literatura hispanoamericana
 * Literatura mexicana
 * Literatura uruguaya
 * Literatura y poder
 * Literatura y religión
 * Literatura y sociedad
 * Lope de Vega
 * Luis Goytisolo
 * Luis Rosales
 * Manuel Fernández y González
 * Manuel Iribarren
 * Manuel Machado
 * María del Villar Berruezo
 * Mariano Azuela
 * Miguel Hernández
 * Miguel Sánchez-Ostiz
 * Mitos literarios españoles
 * Modelos de vida y cultura
 * Modernismo
 * Moratín
 * Narciso Serra
 * Narrativa
 * Néstor Luján
 * Neoclasismo
 * Novela histórica
 * Novelas ejemplares
 * Pérez Galdós
 * Pedro Miguel Lamet
 * Poesía
 * Poesía de Cuaresma y Semana Santa
 * Prosa ascética
 * Quevedo
 * Realismo
 * Recreaciones Quijotescas y Cervantinas (RQC)
 * Relatos
 * Renacimiento
 * Romanticismo
 * Rubén Darío
 * San Fermín
 * San Francisco Javier
 * San Ignacio de Loyola
 * Santa Teresa de Jesús
 * Siglo de Oro
 * Teatro
 * Teoría de la Literatura
 * Tirso de Molina
 * Unamuno
 * Vicente Gaos
 * Walter Scott


ENTRADAS RECIENTES

 * Los «Horizontes poéticos» (1881), de Francisca Sarasate Navascués (2)
 * Antropofagia mapuche vs. ingenio español en «Arauco domado» de Lope de
   Vega: planteamiento
 * Los «Horizontes poéticos» (1881), de Francisca Sarasate Navascués (1)
 * «Ángel en el País del Águila» (1954) de Ángel Martínez Baigorri: final
 * «Ángel en el País del Águila» (1954) de Ángel Martínez Baigorri: temas (y 6)

 * América en el teatro
 * Arauco
 * Autoridad y poder en el teatro
 * Autos sacramentales
 * Barroco
 * Biografía
 * Burla
 * Calderón de la Barca
 * Carnaval
 * Cervantes
 * Comedia burlesca
 * Comedia de encargo
 * Comedia genealógica
 * Comicidad
 * Conquista de América
 * Cultura Jesuítica
 * Desengaño barroco
 * Don Quijote
 * Don Quijote de la Mancha
 * Drama histórico
 * Escritores navarros
 * Francisco de Quevedo
 * Francisco Navarro Villoslada
 * García Hurtado de Mendoza
 * Generación del 50
 * Generación del 98
 * Generación del medio siglo
 * Guerra de Arauco
 * Géneros literarios
 * Historia literaria de Navarra
 * Historia y ficción
 * Historia y literatura
 * Jesuitas
 * José María Sanjuán
 * Literatura
 * Literatura carnavalesca
 * Literatura del ciclo de la Pasión
 * Literatura del Siglo de Oro
 * Literatura de Navidad
 * Literatura española siglo XIX
 * Literatura española siglo XX
 * Literatura y poder
 * Literatura y religión
 * Lope de Vega
 * Marqués de Cañete
 * Miguel de Unamuno
 * Mitos literarios
 * Modelos de vida y cultura
 * Narrativa
 * Narrativa del Siglo de Oro
 * Narrativa española del siglo XX
 * Navidad
 * Nobleza y literatura
 * Novela histórica
 * Novela histórica romántica
 * Parodia
 * Poesía
 * Poesía de Cuaresma y Semana Santa
 * Poesía del Siglo de Oro
 * Poesía de Navidad
 * Poesía española del siglo XX
 * Proyecto Burla
 * Recreaciones Quijotescas y Cervantinas (RQC)
 * Reino de Chile
 * Risa
 * Romanticismo
 * Semana Santa
 * Siglo de Oro
 * Soneto
 * Teatro
 * Teatro del Siglo de Oro
 * Teatro español del siglo XVIII
 * Teatro español del siglo XX
 * Teatro neoclásico
 * Teatro y poder


TWITTER GRISO


Blog de WordPress.com.

Ínsula Barañaria
Blog de WordPress.com.
 * Suscribirse Suscrito
    * Ínsula Barañaria
      
      Únete a otros 561 suscriptores
      
      Suscríbeme
    * ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.

 * Privacidad
 *  * Ínsula Barañaria
    * Personalizar
    * Suscribirse Suscrito
    * Regístrate
    * Iniciar sesión
    * Denunciar este contenido
    * Ver sitio web en el Lector
    * Gestionar las suscripciones
    * Contraer esta barra

 

Cargando comentarios...

 

Escribe un comentario...
Correo electrónico (Obligatorio) Nombre (Obligatorio) Web