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EL BLOG DE GD QUEIRO

històries o histèries
 

 


BAILANDO LA MUERTE

•17 Novembre 2014 • Feu un comentari

Miles de esqueletos bailaban al compás del magnífico vals de la muerte. Los
músicos, tan vivos como el resto, hacían sonar con un bufido y daban la alegría
tapando la muerte de todo lo que se escondía.

¿No es triste estar muerta?, preguntaba la chica que paró de bailar, con su
pequeña peluca y su ansias de sentirse joven. Lo entiendo, todos queremos
sentirnos vivos, le contestó el muerte anciano. ¿Que sería de la vida si no
existiera la muerte? Nosotros somos la muerte, somos tan importantes como la
vida. Sigue bailando, chiquilla, eres todavía muy joven para preocuparte por
esto.

La chica volvió a buscar a su pareja para volver a bailar el mejor vals de la
muerte. Con sus músicos tocando vivamente para compensar la muerte que les
rodeaba.



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INVASORES DEL ESPACIO

•17 Novembre 2014 • Feu un comentari

Las naves sobrevolaban el planeta Resta buscando alguna señal de vida. Los
controles indicaban que no había nada que hacer en aquel planeta. Poca agua, un
porcentaje mínimo de oxígeno y una excesiva temperatura glacial que rompía el
termómetro de la nave. Frío hacía, pero aún por el frío no descartaban tal
posibilidad que hubiera vida en Resta.

Rodearon el planeta y no encontraron nada. El capitán Eslos ordenó a la
tripulación que se marcharan:

– Vamos, chicos, aquí no parece haber nada que nos interese.

Eslos es un buen capitán con muchos años de experiencia. Puede que demasiados
pues con los años uno pierde la esperanza de algo innovador, distinto. Se trata
de la persona que todo cree haberlo visto y todo cree que se repite. La nave
aisló el planeta en su silenciosa soledad.

Los controles de la nave mantenían su estabilidad. Eslos se sentó en su butaca
de oficial, cansado, exhaló unos segundos y marcó las coordenadas tachando el
planeta recién visitado. Elle se acerco, acariciándole suavemente el brazo y se
sentó a su lado:

Elle: Que posibilidades tenemos que encontremos vida en alguno de los planetas?
Y en el caso de que la encontremos, como podremos empezar una nueva clonación en
éstas condiciones? Nosotros solamente somos un grupo de investigadores sin
nombre, aunque encontremos el planeta más indicado, nadie de la tierra nos
creerá si decimos que le falta poco para que la humanidad muera.
Eslos: En todo caso y aunque si tienes razón que será lo más probable, que no
nos crean, debemos encontrar un planeta con las condiciones adecuadas para su
supervivencia. Alguien habrá que nos creerá y cuando empiecen a ver que tenemos
razón…
Elle: Cuando empiecen a ver eso ya será demasiado tarde.
Eslos: No creo que sea así. Alguien se dará cuenta. No te preocupes, Elle,
encontraremos la manera de demostrar que el planeta se está desmoronando.
Elle: Destruyeron las pruebas
Eslos: Aparecerán más pruebas. No te preocupes ahora por esto.

Se escuchan unos sonidos del control central. Uno de los ayudantes de control de
la nave se gira subitament hacia el comandante.

Ralph: Señor, ha habido señales de movimiento en el sector 30L, donde se
encuentra un nuevo planeta.
Eslos se levanta.
Eslos: Indícame concretamente las coordenadas.
Ralph: 34, 22
Eslos: En el mapa no consta que haya un planeta.
Ralph: Ahí está, señor. Compruébelo usted mismo.
Elle: No creo que sea una buena idea ir a sobrevolar el planeta.
Eslos: Mujeres, siempre con miedo
Elle: Mujeres, siempre con buena intuición.

Eslos se queda algo pensativo y decide entonces ir a ver el planeta a pesar de
la opinión de Elle. Ralph pone rumbo a las coordenadas y no tardan mucho a
llegar al destino. Sobrevolaron la zona una y otra vez. El comandante Eslos le
preguntó a Ralph porqué le había dicho que las coordenadas indicaban buenos
resultados en oxígeno y agua si no se veía nada.
Ralph: No lo se, señor. Ahora las coordenadas me indican todo lo contrario.
Eslos: Y a primera vista parece un planeta desierto. Da la vuelta al resto del
planeta y, si no ves nada, nos marchamos.

Ralph conducción la nave hacia la parte no visible del planeta. Era todo oscuro,
solamente un pequeño rayo de luz podía reflejar lo que aparecía delante de sus
ojos. Un enorme agujero que se hundía en el planeta, como un inmenso volcán que
entraba en su núcleo como si algo absorbiera lo que se le acercaba. Ralph
emperzó a perder el control de la nave y de su persona:
Ralph: La nave se nos lleva dentro del agujero!
Eslos: Dirígete hacia el oeste, parece que haya menos fuerza.
Ralph: No puedo señor.

Antes de que Ralph intentara otro movimiento el agujero engulló la nave con la
tripulación. Y todo se quedó en negro.



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WALKTRHOUGHT DE LA CENA DE DA QUEIRO DEL MISTERIOSO DOMINGO LLUVIOSO

•22 Juny 2014 • Feu un comentari

Da Queiro entra por la puerta del edificio número 51 de la calle San Lorenzo. Se
oye la lluvia caer, relámpagos y truenos. Enciende el interruptor, recorre el
pasillo y la tenue luz que se encuentra en la entrada, hasta llegar a las
escaleras.

Sube las escaleras y llega al primer piso, solamente el ruido de la lluvia rompe
el silencio, un pequeño árbol en un florero al lado del interruptor que parece a
punto de morir se le cae una hoja.

Sigue subiendo hacia el segundo. En la mitad del camino se oyen tres fuertes
golpes que parecen ser disparos y el grito de un niño. Luego, se oye un
comentario del que parece ser de un niño de mayor edad que el anterior. Aunque
el grito sea fuerte el comentario no llega a entenderse.

Da Queiro sube las escaleras hacia el tercer piso. La luz tiembla y el ruido de
la lluvia aumenta. Se le apaga la luz, busca el interruptor y la vuelve a
encender. Una vez encendida observa una mancha de color marrón en la moqueta de
la segunda puerta.

Sigue subiendo y llega al cuarto piso. Un trueno hace vibrar todo el edificio y
una chica joven sale de la primera puerta, mira a Da Queiro fijamente y baja las
escaleras. Da Queiro sube las escaleras hasta el quinto mientras se oye el ruido
de las escaleras de madera que la chica hace cuando baja hasta escuchar el
cerrar de la puerta.

Llega al último piso. No hay luz. Busca la llave dentro del bolso. Un relámpago
ilumina la escalera y produce sombras curiosas. Abre la puerta, todo está oscuro
y no parece haber nadie. Entra.

¡Misión de “la cena de Da Queiro del misterioso domingo lluvioso” superada!

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LA BUSCADORA

•14 Juny 2014 • Feu un comentari

Tenia les mans petites, una carona allargada amb unes diminutes galtes
vermelles, però tot això no s’observava a la foscor d’aquelles escales
rústiques. Avançava a poc a poc i persistent, temorosa que algú la descobrís,
excitada per fer quelcom prohibit. Pujava les escales lentament. El grinyol de
cada esglaó la feia prevenir de que potser algú es despertaria i, tan sols
aquest fet, l’emocionava i, al mateix temps, l’atemoria i això la feia avançar,
encara més. 

S’imaginava mil aventures, mil emocions, totes amb un final feliç, un final de
pel·lícula, ja que li havien dit que corria el rumor que a sobre les escales del
nou edifici on està residint, més enllà de l’àtic i més enllà del terrat s’hi
amagava l’ésser més bonic que mai hagi existit, la lluna, però que aquesta tan
sols s’hi allotjava una nit de cada mes, durant la lluna nova.

I aquella nit ho era, com també era tard, tan tard que tothom dormia. La que
tenia les mans petites arribà a dalt de les escales i trobà un replà, es parà en
sec. Tot estava ple de pols i s’observava la lleugera claror de la ciutat
silenciada per la nit a través d’una petita finestra descuidada. Va seguir
observant el seu entorn fins que li cridà l’atenció unes escales de fusta que
apuntaven cap al que ella es pensava que serien les golfes i va començar a
pujar. Eren moltes escales i s’enfilava cada vegada més cap a un lloc que
realment ni per pròpia construcció no hauria d’existir ja que es trobava molt
més amunt de les possibilitats arquitectòniques de l’edifici. Seguí pujant més,
i més, i més i quan ja pensava que estava a punt d’arribar, encara seguia
pujant. 

Saps allò que diuen que no miris mai cap avall? Ella no ho va fer perquè ja
s’imaginava el que es trobaria. Entre l’imaginació del possible risc, la
inseguretat i el temor a caure es va donar un cop de cap a un lloc fosc que
l’indicava que havia arribat. Tornà a tocar peu segur tot i que no era de fusta,
aquesta vegada. Era un terra fosc, casi negre. Alçà el cap i entre tota la
foscor, la claror la saludà amb un somriure. Allà es trobava la lluna. 

 

 

La lluna la mirava fixament amb els seus ulls ben oberts. La de mans petites
s’apropà segura i li féu la pregunta més intrigant de la historia a la lluna, a
cau d’orella i fluixet per no despertar a ningú. La lluna quedá astorada davant
la pregunta, no s’havia imaginat mai que ningú pogués arribar a fer-li una
pregunta com aquella i menys una de mans petites, i després d’esser sorpresa feu
un somriure i li contestà molt amablement i amb la confiança d’aquella persona
que tota la vida has arriat a conèixer.

La de mans petites quedà molt satisfeta de la resposta i tornà a baixar les
escales més confiada i decidida i menys temerosa, al cap i a la fi, sapigué una
de les respostes que tota la vida li havien bellugat el cap. Ella no va dubtar
en què preguntar-li dons tot el camí que havia arribat a fer per trobar-la tenia
molt clar quin era l’objectiu. Qualsevol persona hauria preguntat el mateix?
Segurament, no. Quina resposta volia conèixer? O, millor dit, què se li pregunta
a una lluna?

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SOTA LA NIT

•5 Agost 2013 • Feu un comentari

La silenciosa nit no era, en realitat, tan silenciosa. Això sempre ocorre en
totes les ciutats i, està clar, que una ciutat mai ho serà, encara que tothom
estigui dormint, encara que tot estigui apagat. Una ciutat mai tindrà calma,
doncs és com una gran marea plena de petitones barques que naufreguen sota la
llum de la lluna i com una d’aquestes petitones estava jo tirada a la deriva de
l’asfalt, gris i dur, el qual anava posant les meves desgastades sandàlies, una
darrera l’altra en un cicle infinit i rítmic, el ressó del qual perforava les
orelles d’aquells que no paraven atenció al silenci.

Cada una de les passes, al caminar, em deien que cada trosset del cor ofuscat i
buit s’emplenava progressivament a mesura que buidava la llauna de cervesa i,
després, una vegada acabada, aquell sentiment de buidor en el cor tornava a
esdevenir per tornar, altra vegada, cap a la següent llauna, i així, fins que la
nit s’acabava i aquella jo perduda retornava al sostre desconegut.

De tant en tant, la ment donava voltes per aclarir els sentiments, per recordar
aquells moments plens de joia i alegria, moments que deien que aquell cor havia
aconseguit bategar amb fermesa i brollava d’ell espurnes màgiques que
demostraven aquell vague record del que havia estat la felicitat. Aleshores,
m’adormia sota el sostre de la foscor, menyspreant-la i desitjant el següent
retorn de la nit, per tornar a posar-me les sandàlies i caminar sota la llum de
la lluna que em vol abraçar i mai m’abasta.

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EL VIATGE DE CÈLIA

•23 Juliol 2013 • Feu un comentari

Esperava un miracle. Com si haguessin passat moltes hores en aquella estació i,
la fotuda realitat és que, tan sols, no feia més de cinc minuts que Cèlia
esperava, molt cansada, asseguda en aquella cadira de plàstic mirant la foscor
de la nit, el sol que sortís, mica en mica, i l’iluminés d’idees i de bones
vibracions, d’una llum que l’encaminés a un destí més harmoniós del que tenia
ara.

Desviava la mirada a les vies i baixava el cap, es sentia culpable de tot el que
havia passat malgrat que en el seu pensament lògic no li quadrava el sentiment.
Per si mateixa es repetia aquelles frases de la forta discussió, una i altra
vegada, com si el fet de repetir-les les poguessin aclarir; com si el fet
d’analitzar mot per mot féssin del seu significat quelcom diferent i, al no
aconseguir tals resultats, es perdia en un bucle infinit de pensaments i frases
saltades en cada un dels moments d’aquesta.

Aferrava la motxilla que tenia a la falda amb un braç i subjectava l’ansa de la
maleta de rodes vermella amb l’altre, com si tot el món s’inclinés cap a un
costat i aquesta anés a lliscar i s’allunyés d’ella. Seguí mirant a l’infinit,
rodejada de tots els pensaments malèvols que no la deixaven reposar, que
voletejaven com corbs morts de fam entorn a ella i les seves maletes i
l’agafaven i l’estiraven cap a un lloc on no desitjava arribar, cap a unes
conclusions desagradables.

El so del tren començava a escoltar-se, un so molt lleu, un crit d’avinentesa
amb la jove Cèlia que semblava esperar. El so del tren s’apropava quan Cèlia
deixà les maletes, s’alçà i s’apropà a les vies. Les mirà o, millor dit, les
observà. El so del tren s’esfereïa. Cèlia baixà les vies i aquestes la deixaren
reposar.

Un silenci etern restava en tot l’entorn. Els corbs havien desaparegut, el so
s’havia esfumat, les vies miraven atònites davant la sang que les encobria. Les
maletes encara esperaven i allà esperaren durant molta estona i miraren passar
el trens, una i altra vegada, pensant que algun d’aquests hauria estat el seu
destí, un que mai existiria.

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AL OTRO LADO DE LA CALLE

•27 Agost 2012 • Feu un comentari

Siempre que Mary miraba a Whetley le recordaba la vida que habían llevado juntos
en sus años de juventud. Whetley fue en sus días un novio impulsivo y arrogante
pero, aún sí, un buen novio. Ella le amaba. En el día de su funeral, Mary se
enteró por sus padres que pertenecería a la guardia estatal de la ciudad de
Locrost, lo que significaría que estaría toda la vida viendo su rostro y su
persona trabajando en pro de una sociedad corrupta y sin sentimientos . Whetley
murió hace mas de 50 años en una pelea callejera.

Anteriormente, era un buen boxeador. Tenía unas facultades que desarrolló desde
muy pequeño cuando empezó a pegar a sus compañeros de escuela. Era grande y
fuerte, con unos bíceps muy bien cuidados durante la adolescencia y un hombre de
gran resistencia física. No se sabe si fue por ése motivo físico o por tener
unos grandes reflejos que le dispusieron para el trabajo comunitario obligatorio
post- mortem, en la vigilancia policial nocturna.

Tampoco tenía importancia, pues Whetley no era ya Whetley, era un cyborg que se
dedicaba al trabajo público y no era consciente de su ser. Sólo habían
aprovechado de él las grandes facultades que tenía, las capacidades del boxeo y
las habilidades de atacar en el momento oportuno. Si sus instintos de ataque mas
primitivos estaban en vida actuando a la perfección, aunque no siempre en
ocasiones éticamente correctas, en muerte se convertía en un ser perfecto que
actuaba sin dilación, solamente en el momento oportuno, el lugar oportuno y con
las personas oportunas. Al menos, las personas en que la sociedad se le entiende
de oportunas como ladrones, atracadores o asesinos.

En vida hubiera salvado muchísimas vidas si él hubiera querido. Él escogió todo
lo contrario: las muertes. ¿Habrá ya salvado mas vidas en muerte de las que
habrá matado en vida? Pensó Mary ¿Se trata esto de una redención de sus pecados
en vida sin ser consciente de su ser? No lo creo, su ser no es ahora consciente
de sus actos. Cogieron su ser y lo transformaron en algo distinto, no humano. No
le habría gustado la idea de que su cuerpo fuera un reciclado para la ley y el
orden estatal. Siempre le decía que le parecía ridículo convertir a los muertos
en cyborgs para el uso social.

Mary solamente se quedaba mirando y recordando aquéllos momentos en el que él
también existía y era una persona completa que actuaba acuerdo a lo que pensaba
y no a lo que le decían una serie de normas estatales. Sin impulsos, sin
instintos y sin decisión. Sin ser él. Aunque su cuerpo fuese el mismo que el de
hace 50 años y el de Mary había envejecido con el tiempo, él ya no existía.
Solamente existían los recuerdos de antaño de Mary, recuerdos que permanecieron
en un cerebro envejecido que por fortuna no sería reciclado.

Whetley, o ahora el llamado agente #032R7, apuntó una mirada fija, como
sospechosa de algún crimen cometido, fría y sin distinción alguna, a aquélla
mujer a la que había querido hace años. Mary bajó la cabeza y caminó hacia al
otro lado de la calle. Ella era culpable de un crimen, haberle amado, y lo
recordó cada día de su vida.

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Etiquetes: cuento, cyborg, relato


AMY EN LAS RUINAS DE WARANGE

•24 Agost 2012 • Feu un comentari

Amy estaba esperando al viento. Los arcanos del templo que siempre vigilan los
elementos le dijeron que aquella misma tarde, las ruinas del desierto de Warange
serían llenas de tempestades de arena. Su deber era quitar la maldición que le
hicieron a su espada. El procedimiento para hacerlo era llenando la espada de un
aire tan fuerte como el viento de la tempestad y desplazándolo por todos los
rincones de la espada de una forma muy específica, comenzando por el punto del
maleficio y terminando por sus extremos.

Amy ya tenía buen conocimiento de la desintoxicación de las armas y había hecho
el ritual varias veces. Se trataba de un ritual sin peligro en el cual le tenías
que decir al viento donde quería que se desplazase para recorrer y expulsar la
maldición del arma. Ésta maldición era sencilla pero necesitaba una fuerza
sobresaliente al aire normal para que se realizara la depuración, en caso
contrario, la energía del aire y la suya se unirían demasiado intensamente y
ella podría convertirse en aire puesto que la cantidad de aire que necesitaba
era mucho mas fuerte. Existían rituales mas complicados que éste y, desde un
principio, no presentaba ninguna dificultad, sin embargo, no le quedaban más
armas que tres pequeñas dagas que llevaba rodeadas en la cintura.

Uno de los requisitos de ser mago es que uno ha de aprovechar las energías
existentes del entorno para realizar la magia, es más saludable para el mago y
descarta la posibilidad de convertirse en la mismísima tormenta de arena.
Posiblemente ya sería ésta algún mago que se extravió de su rumbo usando extrema
magia y perdió su conciencia convirtiéndose en ella. Uno es insensato cuando no
puede controlar su poder, pensó Amy.

Sus pensamiento entorno a la insensatez desaparecieron cuando una explosión de
arena en una duna le alcanzó en todo el cuerpo. Cómo no se podía esperar que
apareciese un Nephis, un lagarto de las arenas, un ser de sesenta metros que se
alimentaba de los insectos y otros pequeños seres como Amy para sobrevivir en el
desierto. Realmente, dado el gran tamaño del lagarto, Amy era un requisito
buenísimo para su dieta alimenticia.

El Nephis había visto a su presa y se adentró en las profundidades de las
arenas. Todo estaba silencioso y, solamente, unos pequeños ruiditos de arena
desplazándose producían a Amy aquélla tensión de los inicios de una batalla. No
tubo más remedio que coger su espada maldecida y ponerse en guardia. Los
ruiditos de la lejanía empezaron a acerarse, a ser mas fuertes. Las arena del
suelo donde pisaba empezaban a ser movedizas. Amy apuntaba su espada en las
arenas esperando el acusador. Nephis estaba debajo de Amy. Salió al ataque. Amy
forzó el aire para elevarse al viento y el viento la elevó dejándola levitando
en cuanto el malhechor salió y abriendo su enorme boca de dientes atacó a Amy,
quien se desplazó a un lado y atacó de un golpe al ojo de Nephis. El ataque con
la espada maldecida le paralizó los músculos. Tiró la espada horrorizada y echó
un grito de dolor. Se sentía llena de pinchazones, como si mil energías la
golpearan los músculos. La tormenta de arena apareció y Amy no tenia visión de
nada en su entorno, solo el ruido del fuerte viento.

Nephis, con el ojo sangriento, se alborotó y enfadado contraatacó directamente a
Amy, quien estaba tumbada en el suelo. Amy se alzó lentamente y, aprovechando la
tormenta, alzó los tres cuchillos en el aire que giraron entorno a la misma
energía del viento. Daban vueltas cada vez más rápido y con más potencia. Vio a
Nehpis delante de él, segundos a punto de ser engullida, y las dagas desviaron
su rumbo para matar al animal con un canto de palabras que Amy gritó con temor.
Una daga dio en el ojo, la segunda en la frente y la tercera en el corazón.
Nephis consiguió engullir a Amy pero no le dio tiempo a tragarla cuando la daga
al corazón, como una aguja punzante, le hirió y le mató en menos de un segundo.

Amy salió del animal, poco a poco, en cuanto recuperó su movilidad, y se tiró en
las arenas para descansar. No estaba herida y la tormenta todavía era vigente.
Alzó su cuerpo, se quitó la espeluznante saliva del animal y, también, un poco
de arena y empezó el ritual cantando las palabras: “ Ara le le ozo zreg, le lia
zore ong…” Y muchas más. El proceso era largo y meticuloso, una operación de
arma para depurar, extirpar y eliminar la maldición para que no volviese a
infectar. El viento de la tormenta entró donde la herida de la maldición tocó
por primera vez la espada y siguió el recorrido de la misma para mover la maldad
que contenía la espada. El viento acorraló a la maldición y con unas finales
palabras de Amy la maldad fue expulsada de la espada apareciendo como una enorme
taca negra elevada por el viento de la magia. Amy desplazó la maldad alzándola
en la tormenta y ésta la exterminó.

Aunque tenía todavía un poco de dolor en las extremidades, alzó la espada y la
sacudió por si realmente estaba curada y regresó al templo con la profunda
alegría de haber sobrevivido sola contra tan gran lagarto. Fue su primera gran
experiencia como aprendiz de maga y deseaba que le ocurriesen más aventuras,
pero no ahora, cuando sea ésta una gran experta en las artes.

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TE AMARÉ SIEMPRE

•7 Mai 2012 • Feu un comentari

Me enamoré de ella cuando solo tenía doce años. La primera vez que la vi estaba
tumbada y silenciosa a un lado de la cama. Había escuchado sus cantos con mi
hermano, encerrados en la habitación, una habitación hermética y distante. Y yo,
con tan poca edad, estaba escuchando desde el otro lado de la puerta con
apreciable admiración. Me seducía con aquellas palabras melancolicas que
apaciguan el dolor ajeno y enviaba ése dolor a un mundo en el que la pasión
tambaleaba mis salvajes instintos.

Desde que la conocí, siempre ha sido mi gran y leal compañera, mi servicial
admiradora. Aquella que escucha mis llantos en el silencio y sus palabras
apaciguan el odio que corre por mis venas. Un odio que nunca se detiene pero que
ella, con chirridos y graves palabras de comprensión, deshiniben mis impulsos,
tan hermeticos como la misma habitación donde la escuché, por primera vez. Ella
será mi amiga y mi amante.

Y como en todas ellas, me acerco y le acaricio sus suaves cabellos y ella no
tiene más elección que gemir sin cesar. La provoco. Se tumba en mis muslos y
acaricia mis senos para que yo le acaricie los suyos. Y con eso, un placer
recíproco nos invade a las dos. La toco y ella grita. Y entre éstas noches, a
veces nunca dice lo que quiero oir, a veces no hace lo que le pido y me hace
enfadar con sus quejas. Me pide que pare pero la poseo ansiosamente, mis
impulsos estan desorbitados, la devoro entre sus suplicas, penetrando en su
sensibilidad y haciéndome mío lo que es suyo.

La dejo descansar y pides mas, sin mi, todavía. Me asquea el silencio sin
tocarla ni sentirla. Me asquea la seducción en la distancia. La aparente
ausencia desde la otra habiación, cuando no es mía, cuando no me es fiel. Y
recuerdo cuando le gustavan mis manos en su cuerpo. Como gemía rompendo mi
silencio. No pareces ser de nadie pero pareces ser solo mía. Eres dificil,
incomprensible. Eres un ser que se traga el infinito. Que invade de pasión mi
cuerpo etéreo y de él hace fluir amores. Nunca tendré a nadie mejor que me
console tan devotamente.

Ella me hace sentir que amo la vida, que amo la soledad y la compañía, que
existe una tenue luz en el camino que se hace mas grande al acercarse. Ella es
la vida que yo le he dado y la vida que ella me da. Ella es yo y yo soy ella. Un
amor inquebrantable que nunca se desvanecerá. Un amor que ni la muerte podrá
separar. Un amor tan perfecto que no necesita decir un “te quiero”. Viviré
siempre para ella y por ella moriré. Hasta el fin de mis días, te amaré siempre,
desde mi silencio.



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CAMILA, LA PINTORA

•5 febrer 2012 • Feu un comentari

A Camila li encantava pintar durant les seves hores lliures. Treballava en un
cafeteria servint als client, des de les 6 del matí, una hora abans que obrin el
servei, fins a les 2 de la tarda. La resta de les hores se les passava pintant,
fins que arribava la seva parella, en Sergi, prop de les 9 del vespre.
Aleshores, la Camila i en Sergi es passaven moltes hores parlant sobre com els
ha anat el dia. La Camila desfogava les queixes dels clients mal educats que no
podia suportar i li ensenyava els nous quatdres que pintava cada tarda i en
Sergi li explicava les anècdotes de l’oficina on treballava.

Camila seguia durant les seves hores lliures amb les pintures a l’oli. Pintava
tot tipus de quadres. Quadres abstractes, quatres grisosos, còpies de pintures
rupestres i aquells quadres de Mondrian que pocs entenen el seu significat.
Necessitava pintar per expressar les seves emocions. Era com si desbordés la
seva personalitat dins les obres que realitzava. De sobte, mentre volia pintar
una caricatura de Woody Allen combinant un estil gòtic, va mirar-se la mà amb
sorpresa i va tornar a mirar el quadre que estava pintant. No entenia què podia
haver passat, ni entenia la imatge que el quadre estava representant. No hi
havia la imatge que ella havia pintat. No hi havia aquella imatge o era la seva
mà que no responia als moviments del cervell?

No hi havia la imatge gòtica caricaturesca de Woody Allen, hi havia la imatge
d’un home de cabells llargs i castanys agafats amb una cua, ulleres petites i
quadrades que amagaven uns ulls petits i blaus. Una barba mal afeitada de dies
que acompanyava una boca oberta amb gràcia. Era com una fotografia representada
en quadre però, Camila, no reconeixia aquella persona. Que devia ser? Era un
home atractiu, realment atractiu i per la pintura, semblava tenir sentit de
l’humor. El rellotge va tocar les vuit del vespre i Camila va entendre que Sergi
era una persona molt gelosa i que, per més explicacions que li digués, no
entendria que la seva mà havia pintat un quadre que desconeixia i, finalment, va
decidir amagar el quadre darrere la nevera.

Quan en Sergi va arribar, va fer el mateix de sempre, explicar-li totes les
anècdotes del dia, al igual que ell. Finalment, ell li preguntà per els quadres
i ella contestà que no havia pogut pintar res més perquè havia quedat amb Emma,
una vella amiga d’infantesa. Malauradament i a disgust d’ella, va haver-se
d’inventar manyosament la cita amb aquella amiga que feia tant de temps que
havia perdut el contacte.

Al dia següent, després de treballar, Camila tornà a pintar, però per més que
intentés pintar cases, boscos, famosos, recintes industrials, animals de
fantasia, la seva mà només li responia amb les imatges d’aquell desconegut:
assegut en un banc, dormint, amanyagant a un gos, fent rares ganyotes. Ja
n’estava ben farta fins que en va pintar un, l’últim, el resultat del qual va
ser la imatge de ella i aquell desconegut parlant en una cafeteria. Estava
furiosa, es mirava la mà incredulament del que li estava passant i va agafar
tots els quadres, els va recollir i els va tirar a les escombraries, farta de
que la seva mà no respongués als seus pensaments. Va deixar de pintar i li va
donar la excusa a en Sergi que ja se n’havia cansat.

El temps va passar i la necessitat de pintar de la Camila augmentava, en
realitat, li encantava pintar, però li desagradava pintar sense saber què
pintava! Esgotada d’un dia de dur treball va creuar-se en el seu camí l’home que
ella havia estat pintant. Devia fer d’alçada un metre vuitanta, com a molt, i
anava vestit una miqueta hippie: pantalons texans, jersei ample. Al menys,
sembla net, pensava ella, que recordava a altres homes mal guarnits i bruts.
Seguidament, va girar cua i el va començar a perseguir, amagant-se entre arbre i
farola, semàfor i cartell publicitàri. Entrava en una tasca detectivesca que li
provocava sensacions extraodinàries. No havia perseguit mai a ningú. Finalment,
ell entrà en un petit bloc de pisos i Camila es restà aturada i pensativa, fins
que se n’adonà que estava embadalida davant d’un edifici i enmig d’una multitut
de persones que se la quedaven mirant extranyades. Tornà cap a casa i no pogué
dormir durant tota la nit. Ni a les nits següents.

Finalment, es decidí. Avui parlaré amb ell, va dir-se. Va anar fins aquell bloc
de pisos i va esperar asseguda en un banc la sortida – o l’entrada .-de l’home.
Va esperar, va esperar moltes hores i va començar a sentir-se estúpida per
esperar a una persona que no coneixia. Trucà el timbre, el cor li anava a cent.
Sempre li posava nerviosa parlar amb gent que no coneixia. El cor li bategava
fortament, les mans li suaven, els peus li tremolaven. El desconegut va
contestar el timbre però ella marxà corrents. Què li havia d’explicar? Que
l’havia pintat en mil quadres? Que no parava de retratar-lo en imatges? Pensaria
que estava sonada!

Igualment seguí anant cada dia al banc del davant de casa seva i l’observava
entrar i sortir. De tant en tant, canviava de banc per un de més llunyà, fins
que, al final, es col·lcoava dins d’una cafeteria per observar-lo i decidir-se a
parlar amb ell. I no va decidir-se mai. Un dia en el banc més llunyà de tots
ella estava fent petits esboços de l’home que desconeixia. Un gos s’hi apropà i
l’anava enflairant. Camila va girar el cap en direcció al gos i se’l quedà
mirant. Era el gos que ella havia pintat. Reaccionà amb una mirada al front i
veié a l’home que s’apropava. Endreçà ràpidament les seves coses i començà a
còrrer amb totes les seves presses. El gos la va perseguir i l’home va perseguir
el gos, devia ser el seu, va deduir la Camila.

Tot va anar molt ràpid. Ella es va entrevancar amb un esglaó, el gos va caure a
sobre seu i li va començar a llepar la cara i l’home es va aturar esbufegant al
seu costat. Tu ets la Camila? Li va preguntar. Com sabia el seu nom? Qui li
havia dit, es preguntava ella. Soc en Pau, fa dies que composo cançons que no
reconec sobre una noia de cabells taronges i ulls verds que es diu Camila. Deus
ser tu oi? I li va cantar un petit vers d’una jove que es deia Camila i que
esperava a un home que no coneixia en un banc mentre dibuixava els seus retrats.
Un café? Li va deixar anar en Pau. Es clar que sí, així ens ho expliquem tot,
somrigué Camila mentre li ensenyava els esboços del seu blog de dibuix.

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